“Mostrarse asustado sin motivo aparente
es dar a conocer que se tiene razón de temer”
Séneca
En política el juego de espejos de las apariencias y las percepciones suele engañar a muchos con suma facilidad.
El rumor, elemento fundamental de estas dinámicas, se nutre con una pequeñísima parte de verdad y muchísima mentira, mentira que busca beneficiar a un grupo en particular.
En el caso de las protestas de los maestros, tuvo razón el gobernador Jaime Rodríguez cuando dijo: “Nuevo León no es Oaxaca”, porque las luchas que se pelean en ambas entidades son muy distintas, de manera que para nuestro caso particular nada tiene que ver la CNTE, como tampoco la dirigencia actual del SNTE.
El origen y verdadero trasfondo de las marchas y bloqueos pudiese estar en otro sitio y con un interés muy distinto al tema de la reforma educativa.
Presumiblemente a las manos que mecen la cuna lo menos que les interesa son los maestros de Nuevo León y les tienen sin cuidado las adjudicaciones de plazas y las evaluaciones; su objetivo es otro, pero habilidosamente hacen pasar las cosas -hacia afuera y hacia adentro- como una lucha de defensa del magisterio, cuando en realidad lo que están peleando es el control del sindicato, arrebatándoselo a los actuales dirigentes.
En la lucha dos bandos pelean ferozmente, sin importarles engañar a la comunidad y hasta sus propios compañeros quienes, con mentiras y falsos rumores han creído versiones de afectaciones a su salario y carrera. Uno de esos bandos tiene su origen, afirman, en la época dorada del “gordillismo” (de Elba Esther para que se entienda), que quieren retornar al poder, y del otro lado los eternos inconformes que al ver el río revuelto y detectar la jugada de los “elbistas”, se montan en la ola para ver si les pega el chicle.
Al caldo de cultivo agregue una dirigencia sindical rebasada y una secretaría estatal de educación desarticulada e infestada de buitres que abonan permanentemente para la caída de la titular.
Como en todas las apariencias, los que realmente toman las decisiones, ordenan los movimientos y filtran los rumores, a los maestros y los medios, no son los que dan la cara ni los que “negocian” con la autoridad. Agazapados juegan su juego.
No todo lo que brilla es oro, como tampoco debe uno dejarse llevar por la aparente tranquilidad de la superficie de un lago; hay que ver en el fondo para darse cuenta de que se pueden esconder debajo grandes sorpresas.