“Hay que tantearle el agua a los camotes”
Dicho popular
Desconozco cuál sea la realidad en la que vive Esthela Gutiérrez, la Secretaria de Educación en Nuevo León, pero puedo decir sin temor a equivocarme que es muy distinta a la que vivimos el resto de los ciudadanos, por lo menos los que habitamos el área metropolitana de Monterrey.
Calificar como “desafortunada” su declaración en la que minimizó las protestas de los maestros sería hacerle un enorme favor. Es claro que el sentido de la realidad de la funcionaria está fuera de toda proporción, porque no sólo yerra en la visión local del asunto, sino que se descontextualiza por completo del tema a nivel nacional.
Asegurar, como lo hace doña Esthela, que nadie le ha pedido que renuncie a su cargo es evidenciarse aún más, porque la deja ver como una servidora pública desinformada, desligada de la realidad y de lo que sucede en su entorno.
No es el número de maestros protestando, no es relevante si son diez mil o tres mil, lo importante en verdad es el número de ciudadanos afectados por las protestas cuando cierran Constitución o Morones Prieto y es ahí en donde la funcionaria debería prestar atención.
Es cierto que el fondo de estas protestas no radica en el ámbito de las competencias de Gutiérrez porque se trata de un asunto federal, pero la verdad es que si hubiese estado centrada en su trabajo, sus responsabilidades, sus funciones y sus deberes, se hubiese enterado desde hace tiempo de lo que se estaba gestando y habría tomado medidas para paliar las repercusiones, conteniendo las protestas y evitando que los maestros volviesen a salir a las calles.
Esthela Gutiérrez debe recordar los tiempos de las manifestaciones magisteriales por la jubilación dinámica de hace más de veinte años; resolver esa crisis de gobernabilidad, económica y fundamentalmente mediática fue uno de los más grandes retos del gobierno que encabezaba Sócrates Rizzo y por supuesto tuvo un costo en la imagen de ese gobierno.
Minimizar los hechos es el peor de los errores, la negación en nada ayuda y sí contribuye a exacerbar los ánimos de quienes hoy pelean, equivocados o no, por lo que consideran son sus derechos.
La Secretaria tiene que aprender a tantearle el agua a los camotes y, si no tiene nada mejor qué decir, guardar silencio.