“Para ver claro, basta con cambiar la dirección de la mirada”
Antoine de Saint-Exupéry
Reza un proverbio árabe que “eres esclavo de tus palabras y dueño de tus silencios”. Alguien debería enseñárselo a la diputada priista Rosalva Llanes o de perdido decirle que “calladita se mira más bonita”.
Y es que hay que ser bastante, pero mucho, muy inoportuno como para dadas las circunstancias y el entorno, arrancar un programa como el de “perímetro escolar” que ayer dio a conocer.
La propuesta de la diputada es garantizar la integridad física de los niños y su seguridad al interior y exterior de las escuelas mediante la instalación de señalamientos viales en los alrededores de los planteles y de prevención al interior de éstos, además de instalar un comité de contingencias y primeros auxilios con alumnos y maestros.
¿Es que nadie le ha avisado, no ha leído los periódicos, no ha visto la tele o escuchado la radio?
Se vive una de las más importantes crisis educativas en México y nuestra diputada quiere poner señalamientos y organizar comités de contingencias en las escuelas? ¿Es en serio?
Si de verdad Rosalva Llanes estuviese conectada con la realidad, aportaría vías de solución para resolver los permanentes robos a las escuelas que son una constante en el área metropolitana.
Si la legisladora tuviese un gramo de inteligencia, se preocuparía por atender el tema de las cuotas escolares y los uniformes que hoy, gracias a la medida ordenada desde el gobierno, tiene en un dilema a directivos y padres de familia porque no saben si atender la instrucción o quedarse sin un centavo y con ello no tener insumos, materiales, artículos de limpieza y demás en los planteles.
Hay que tener un nulo sentido del “timing” para aventurarse a proponer un ridículo programa como este, porque lo que en realidad es preocupante es la existencia de vendedores de drogas alrededor de las escuelas y muchos sitios de mala influencia para nuestros niños y jóvenes, que no se desaparecerán con un letrerito.
A Rosalva le falta foco, mucho foco, para enfocarse y darse cuenta de que, repito, calladita se mira más bonita.