“Los periódicos son los ferrocarriles de la mentira”
Jules d’Aurevilly
No puedo evitarlo, para mi es natural y constante el contrastar las cosas, el comparar y recordar, el marcar puntos referenciales y utilizarlos una y otra vez, en las cosas y las personas.
No puedo evitarlo porque a diario sufro las consecuencias de una obra mal planeada, pésimamente mal diseñada y mucho peor ejecutada, en tiempo, dinero y molestias, me refiero a la conclusión del puente de avenida Revolución en su conexión con Constitución y la de Conchello, un monumento a la incapacidad.
Y el recuerdo viene una y otra vez porque a diario leo noticias en diversos medios que hablan una y mil maravillas del mismo personaje que fue responsable de esa obra que todos los días me hace sufrir, pasar sustos y encanijar y no logro comprender.
¿Cómo es posible que en tan sólo unos meses el mismo funcionario público que fue una reverenda nulidad en su desempeño como delegado de la SCT y que nos desgració la existencia a los habitantes del sur de Monterrey, de pronto se haya convertido en un excelente constructor y promotor de obras en Juárez, Nuevo León.
No puedo creer que después de haber hecho la peor obra en décadas que he podido ver (eso de Revolución y Constitución es una mentada de madre), Heriberto Treviño haya pasado a ser el alcalde que más construye, pavimenta y hace obras en el estado; ya pavimenta, bachea, construye, inaugura, pone en marcha, supervisa.
Y lo peor es que como si Juárez fuese el ombligo de la galaxia, a diario aparecen noticias publicadas en diversos medios de lo que dice y hace el alcalde, por lo que en apego a mi costumbre de contrastar, llego a la conclusión de que la única manera en que Treviño puede ser noticia un día sí y otro también es que pague por esos espacios y si tiene que pagar porque lo cubran, entonces no es tanta noticia y si no es tanta noticia, entonces está mintiendo, lo que viene a confirmar la teoría de que sigue haciendo las cosas de la misma manera en que construyó la conexión de Revolución y Constitución: con las patas.
Estoy de acuerdo en que hay que comunicar las cosas, pero una cosa es informar y otra, muy distinta, es ponerle música, comprar toneladas de confeti, serpentinas y porras para celebrar lo que en realidad es su obligación.
¿Cuánto le cuesta a los habitantes de Juárez el afán protagónico de su alcalde? Un billetote que a diario tira en festinar sus “obras”. Y no hay que ser ni mago ni brujo para saber la enorme cantidad de necesidades que tiene Juárez, por lo que la pregunta salta obligada: ¿No sería mejor si el alcalde en lugar de promoverse tanto aplicara esos recursos en beneficio de la ciudadanía?
Lo peor de lo peor es que toda esa andanada publicitaria se da en Monterrey, no en Juárez, cuyos habitantes ni se enteran de los devaneos publicitarios de su presidente municipal a quien, está visto, le gusta que le endulcen el oído con mentiras inventadas por su gente y que encima tiene que pagar para que se las difundan.
No tiene remedio.
Pero eso sí, cada vez que paso por Revolución y Constitución (y mira que lo hago varias veces al día), me acuerdo del alcalde, del mismo que aparece en las fotos pagadas sonriente diciendo que hace mucho y no puedo dejar de preguntarme: si le hubiese puesto la mitad de esas ganas a esa obra, hubiera beneficiado a millones de personas más, ¿por qué no lo hizo así antes?