“Que le maten pollo que le maten pollo”
Cumbia
Y nada, que al cocinero en el Congreso se le fue el pollo entero.
En política no hay casualidades, sólo causalidades y la remoción de Marco González como coordinador de los diputados locales del tricolor es consecuencia de un garrafal error de cálculo del propio Marco que sintió que, a falta de primer priista en el Estado, podía dirigir a la filarmónica nada más de oído y no, era necesario seguir la partitura.
Sí, antes de él hubo voces discordantes, pero eran quejas, reclamos, alguna nota suelta que desentonaba en el coro, pero siempre de otros músicos, de otros tiempos.
Marco pensó que él era el PRI, que podía hacer y deshacer y ya el partidazo y sus estructuras le demostraron que si llegó a la coordinación de la bancada fue no por sus méritos, sino porque alguien lo decidió y que si ahora se va es porque alguien lo ha ordenado.
Él sabía desde siempre que había quienes estaban esperando la menor oportunidad para saltarle encima; si acaso lo olvidó está pagando cara la afrenta.
¿Quién gana y quién pierde en este juego de las sillas?
Una cosa es cierta, difícilmente gana el PRI y el tiempo inexorable sigue su marcha rumbo al 2018.
Hoy todos los que mataron (políticamente hablando, claro) al pollo, están en el aparador y la música sigue sonando, ya veremos al final del concierto cómo califica el público la actuación de todos.