“La vanidad hace siempre traición a nuestra prudencia y aún a nuestro interés”
Jacinto Benavente
Y resultó como lo anticipamos, sucedió lo que podía ocurrir y que le advertimos al inexperto alcalde de Apodaca, una jueza determinó que el encargado de tránsito municipal era inocente de la acusación que le hizo una subalterna y lo dejaron en libertad.
Más calenturiento que el propio acusado resultó el alcalde que, con tal de no verse alcanzado por el escándalo se apresuró a cesar al funcionario y exhibirlo públicamente. ¿Qué hará ahora Óscar Cantú? ¿Restituir al encargado de tránsito en su puesto? ¿Será suficiente con ello? ¿Le pedirá una disculpa pública por haber cometido lo que a todas luces fue un exceso?
Con mucha frecuencia el querido locutor saltillense Eduardo Aguirre Perales “El Pitarreo” decía: “La prudencia es una virtud” y esa vieja máxima le queda como anillo al dedo al presidente municipal apodaquense.
Lo más grave y triste del caso es que Óscar Cantú durante algún momento en su carrera fue encargado de seguridad en Apodaca, que se supone que tiene experiencia porque ha recorrido diversos cargos en la administración municipal, por eso no se entiende su desbocada reacción, como tampoco es comprensible que nadie a su alrededor le haya advertido que con su errónea decisión violentaba los derechos humanos y laborales de un colaborador.
Falló el alcalde, pero también fallaron el Secretario del Ayuntamiento, el asesor jurídico, la responsable de la Secretaría de Seguridad, la encargada de comunicación… ¡Fallaron todos!
¿Podrá Óscar Cantú volver a ver a la cara a su ex encargado de tránsito? ¿Cómo le podrá el alcalde explicar a la familia del exfuncionario que cometió un abuso y un error? ¿Con qué cara y con qué calidad moral podrá ver a todos los burócratas de Apodaca que ahora saben que por una simple acusación, sin esperar a un debido proceso y sentencia, pueden ser exhibidos públicamente y cesados por un alcalde calenturiento?
Todo funcionario público debe tener oídos abiertos para escuchar, debe rodearse de personas con experiencia que le hagan ver los riesgos de una decisión y debe contar siempre a su lado con un “abogado del diablo” que sea capaz de contradecirlo y explicarle sus fallas.
No se puede calificar como “novatada” el yerro de Cantú, porque se supone que tiene amplia experiencia, pero con su proceder ha dejado en claro que tantos años en la administración pública no le han servido de nada, porque no ha aprendido absolutamente nada.