“La democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad,
que la conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema,
que la conduce al despotismo”.
Montesquieu
Mientras más pasa el tiempo nuestra democracia se llena de obstáculos, baches y piedras, debido a que los partidos políticos y la autoridad electoral lejos de montarse en una autopista, les encanta transitar por las brechas.
La decisión de regular la cantidad de spots publicitarios de candidatos y partidos en campaña ha sido el inicio de la bola de nieve que parece no tener fin; lo más grave y preocupante es que lejos de conseguir el espíritu de la intención, con cada nueva medida para acotar las trampas, chapuzas, triquiñuelas y burlas, los políticos encuentran mil y un maneras de sacarles la vuelta.
Hoy se discuten los “actos anticipados de campaña” que pudiesen estar realizando los dirigentes de partidos al utilizar su imagen en spots de televisión y radio. Durante años ha sido el truco de López Obrador (del que por cierto nunca se ha quejado ni denunciado el tabasqueño), pero ahora como algunos panistas han puesto el grito en el cielo y han denunciado a Ricardo Anaya, ahí van otra vez, a ponerle un parche al parche y un remiendo al remiendo.
Ayer el consejero Enrique Andrade informó que el Instituto Nacional Electoral trabajará en una serie de lineamientos que regulen la aparición de dirigentes partidistas en spots de radio y televisión.
Y es que no se dan cuenta de que con tanta regulación terminan por ahorcar la democracia.
Al paso que van terminarán queriendo decidir el color de la ropa con la que aparecen en pantalla los involucrados en los spots; y vaya que no les ha dado por la equidad y paridad en los mensajes, porque entonces sí, a cada spot de Anaya habría que sacar una versión igual con una mujer y después, por asuntos de discriminación, habría que hacer también una versión para los pueblos indígenas, otra para los adultos mayores y una más para los gays.
Dice el refrán que “lo que mal empieza, mal acaba” y la absurda decisión de intentar controlar los contenidos publicitarios ha metido en un berenjenal a todo el mundo.
Porque a falta de exposición mediática mediante comerciales, los políticos y los medios se han inventado un montón de formas de conseguir sus propósitos, ya simulando entrevistas y “contenidos informativos”, ya publicitando inexistentes revistas. Lo peor es que cuando la intención era transparentar los gastos, han terminado propiciando que todos estos “negocios” se hagan por debajo de la mesa, en efectivo y sin dejar rastros, es decir, buscando curar al paciente, lo terminan enfermando más.
No terminan por entender que nos encanta abrir y buscar brechas y que la costumbre no se nos va a quitar con más leyes o decretos.