“Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir”
Francisco de Quevedo
No alcanzo a comprender si es mucha la ingenuidad o demasiada la desvergüenza de la propuesta del diputado Héctor García que ayer tuvo la ocurrencia (ah, cómo hay ocurrentes hoy en la política), de subir al pleno del Congreso para presentar una iniciativa de ley en la que se obligue a los funcionarios públicos de elección popular a cumplir con por lo menos diez promesas de campaña.
¿Diez promesas cumplidas son muchas, pocas o suficientes; de dónde sacó García el número mágico?
Argumenta el legislador (ohhhh, cuánto inteligencia, sagacidad y capacidad de análisis) que se han dado cuenta de que son muchos los candidatos que prometen mucho y al momento de llegar al cargo no cumplen, por lo que propone que el incumplimiento de menos de diez promesas sea causal para la revocación de mandato.
Pues mire mi diputado, perdón por andarle enmendando la plana, pero se la vamos a mejorar: ¿por qué mejor no propone que sean los propios candidatos en campaña los que nos indiquen a los ciudadanos sus diez promesas, que enumeren y nos indiquen los tiempos y formas de hacerlo? Digo, para que no salgan después con la cantaleta de que “yo prometí, sí, pero en todo mi periodo”.
¿Por qué mejor no propone, mi cándido diputado, que en lugar de que se castigue con la revocación de mandato sea con cárcel por incumplimiento de palabra?
Dice un dicho: “Ten cuidado con lo que sueñas porque se te puede volver realidad”. Hoy lo mismo le digo don Héctor: “Cuidado con lo que propone, que se le puede revertir”.
La iniciativa no es más que otro truco, un artificio, un cohetón lanzado al aire para pegarle “de rozón” al gobernador, pero sin afectar a sus compañeros de partido.
Cumplir diez promesas bobas, cualquiera, cumplir diez compromisos cruciales, de verdadero impacto social, que son los que en realidad consiguen el voto, no cualquiera.
Diputado García, déjese de cuentos y pantomimas y póngase a trabajar.
¡Cositas él!
