“Después de saber cuándo debemos aprovechar una oportunidad,
lo más importante es saber cuándo debemos renunciar a una ventaja”
Benjamin Disraeli
Reconozco en Eugenio Montiel a un político audaz, intenso, temerario las más de las veces, que alcanzó cierto grado de notoriedad por ser la voz discordante en el Cabildo de Monterrey en la administración de Margarita Arellanes, pero al que su mismo éxito lo está llevando al fracaso.
Todo ese bagaje de Montiel le debería de haber servido para algo más, pero falto de experiencia y estrategia todos sus intentos por promoverse y alcanzar mayores cotas han sido en vano.
Eugenio Montiel pudo haber sido en el PRI muchas cosas, pero se quedó en eso, en el pudo, nunca en el fue o en el es y la verdad es que resulta una pena que alguien con tan brillante activo de presencia mediática se pierda irremediablemente.
La política es un arte en el que se debe saber cuándo, cómo y dónde dar los pasos necesarios para avanzar. ¿Llegar?, ¡cualquiera!, ¿continuar?, ¡muy pocos!, y esa ha sido una dolorosa lección para Montiel que, de rutilante primer actor ha tenido que conformarse con pasar uno más en el reparto.
Al largo historial de errores y desatinos del diputado hoy, tristemente, hay que agregarle un yerro más. Instalado en una especie de vocero del “sindicato único de diputados sin mucha chanza que buscan la reelección”, Montiel se subió a tribuna para pedirle a la Comisión Estatal Electoral “que precise cuándo deben separarse de su partido para aspirar a buscar la reelección por otro o por la vía independiente”, lo cual -obviamente- fue aprobado por el pleno.
Pero la carga del pecado no será para los demás, sino única y exclusivamente para Montiel a quien de entrada le reprocharán: ¿y cómo qué ha hecho usted como para creer que es digno de reelegirse ya por su partido, ya por otro o por la vía independiente?
Si la propuesta de que fuese él quien subiera el tema a tribuna provino de alguien de su propio partido, Eugenio tendrá que entender que le tendieron una trampa, porque su discurso será interpretado por las jerarquías tricolores como una amenaza o un chantaje, de aquello de “o me cuidas y me atiendes o me voy”.
Total, que por todas partes queda mal.
Y reitero, lo más grave es que todo eso que tenía abonado en su cuenta personal lo ha dejado ir en nimiedades y tonterías, en pleitos estériles y propuestas sin contenido.
No podrá Montiel culpar de sus propios errores a sus inexpertos asesores porque quien los escogió fue él, quien les creyó fue él, quien los tiene ahí es él, pero es necesario comprender que “la chiripa” pega una vez y ya que te subes al carro y pretendes jugar en las grandes ligas, es necesario deshacerse de lastres y estorbos y buscar a personas que sepan de qué se trata el juego y, lo que es más importante, cómo hay que jugarlo.
La oportunidad en política casi siempre es una, o la tomas o la ves pasar.