“El juicio que jamás se equivoca es el
juicio de la gente, el juicio popular”
Yomero
No la platico de oídas, me tocó verla y vivirla y la deseo compartir a manera de ejemplo de lo que piensa y siente la gente.
El viernes pasado en El Mirador se encontraba comiendo la ex alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes, acompañada de su esposa e hijas, su hermana, su madre y algunas personas más. En el tiempo en el que permaneció en el lugar fueron varias las personas que se acercaron a ella y la saludaron, sonrieron, platicaron y se desearon felices fiestas.
Poco después de que Margarita dejó el restaurante llegó al mismo el diputado Samuel García, también con un grupo que parecían familiares. Dueño de la escena “Sammy”, como le gusta que le llamen, ordenaba a los meseros y dirigía todo, de forma que era prácticamente imposible no percatarte de su presencia.
A pesar de la bulliciosa mesa del diputado ubicada en el centro mismo del restaurante y de sus teatrales gesticulaciones, poses y excesos, me llamó la atención que nadie, nadie, se acercó, como tampoco nadie le saludaba a la distancia.
No juzgo, simplemente describo una escena que me tocó presenciar a pocos metros de distancia, que termina siendo un interesante indicativo del ánimo con el que los ciudadanos perciben y reconocen a dos políticos. La lógica indicaría que el comportamiento será al revés pero no sucedió así y de ello doy constancia, como pueden darla también las decenas de comensales que llenaban el lugar.
El carisma y la personalidad no se compran ni se tienen en base a un cargo, se tienen y perfeccionan y eso es algo que Samuel y muchos otros de sus compañeros deberían aprender y en esta ocasión el ejemplo no puede ser mejor.
Así los ven, así los tratan y así los seguirán juzgando.