“El genio se compone del dos por ciento de talento y del noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación”
Ludwig van Beethoven
Pedro Pablo Treviño del Bosque, que ayer se nos adelantó en el camino, ha sido un ser humano de excepción; intenso, comunicador nato, audaz, adelantado a su tiempo, perseverante al grado de la tozudez, disciplinado en extremo, siempre lo he definido de dos maneras: un animal político y un genio.
Pedro Pablo fue un animal político que vivía, con intensidad y a plenitud la política, la respiraba, exudaba política, olía a ella, vivía de, con y para ella; Treviño encontró de muy joven su vocación y se entregó sin reservas, tuvo a los mejores maestros.
Fue también un genio, visionario para muchos incomprendido por más, podías adorarlo o aborrecerlo, pero jamás ignorarlo; sabedor de los pasillos y recovecos del poder, Pedro Pablo sabía hilar fino y siempre tuvo un especial olfato y una claridad de visión para anticiparse a los hechos, leer lo que sucedería y avanzar en el tablero, ya para defender, ya para atacar.
Nos tratamos en diversas etapas y por diversas circunstancias; siempre me asombró su capacidad de trabajo y la intensidad con la que vivía el momento y su circunstancia. De fuerte carácter, con él no había medias tintas.
Se ha ido un hombre especial, un genio, un superdotado de la política y la comunicación, un buen ser humano, esposo, compañero y padre.
Hasta siempre Pedro Pablo.
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