“Es extraña la ligereza con que los malvados
creen que todo les saldrá bien”
Victor Hugo
Desconozco si en su ingenuidad el alcalde de Apodaca, Óscar Cantú, a estas horas se haya dado cuenta del tamaño de la gravísima falta de respeto que cometió el lunes pasado; si le soy honesto le diré que no.
Mire que para tener los arrestos de pedirle al nuevo Comandante de la Séptima Zona Militar, el General Agustín Radilla, tomarse una foto con él y luego enviarla como un boletín de prensa, asegurando que Apodaca apoyará al Ejército, hay que ser o muy valiente o muy desvergonzado.
Porque no se trata de un asunto de percepción, Apodaca está para que lo ayuden y no puede ayudar a nadie, mucho menos al Ejército Mexicano en cuestiones de seguridad.
Tengo, como casi todos en mi generación, un profundo respeto por las Fuerzas Armadas. Tuve el privilegio de crecer y conocer muy de cerca a grandes militares de carrera, todos sin excepción tienen un concepto del respeto inquebrantable, por lo que no puede cruzar por mi mente la sola idea de “pegarle al vivo” para intentar sacar provecho, como lo hizo el ingenuo alcalde apodaquense, buscando promover su deteriorada imagen.
Cuestión de revisar el archivo y ver en dónde ha estado presente Óscar Cantú en los días recientes. Foto en el primer día del pago del predial, sonriente y campante, viendo cómo se llenan las arcas; después, foto al lado de niños en el reinicio del ciclo escolar, junto a infantes que nada le reclamarán por su falta de resultados, pero lo del lunes…
Lo del lunes no tiene nombre, sacarse una foto para intentar impresionar o proyectar una imagen que no se tiene, la verdad es que traspasa cualquier frontera y límite, porque no sé si Óscar lo entienda, pero lo que hizo el edil fue una absoluta falta de respeto, al General y a la Institución que él representa.
Por mucho, Cantú ha sido el peor alcalde de la actual camada, el que no ha dado resultados, el que no ha avanzado, el que se la ha pasado en socialitos y haciendo como que se hace y el que, ya lo veremos, terminará entregando el bastión priista a la oposición en las próximas elecciones por su fatal desempeño.
No me quiero imaginar la reacción de mi General Comandante, pero le puedo anticipar que le dejó un amargo sabor de boca el saber cómo se las gastan algunos vivales que buscan sacar provecho de cualquier situación para intentar lavarse la cara por sus paupérrimos logros.
Hay una raya y esta vez Óscar Cantú la traspasó.
