“Cuando se trata de dinero todos somos de la misma religión”
Voltaire
Dos decisiones recientes de Andrés Manuel López Obrador pudiesen ser bastantes claras e indicativas de su proyecto para el futuro próximo y las dos están relacionadas con el dinero.
Por una parte apoya abierta y públicamente a un “precandidato” en Coahuila de su partido, Armando Guadiana, apareciendo con él en un spot. ¿No se supondría que como presidente de Morena debería guardar las formas y cuidar no sólo la equidad del proceso, sino la unión de sus filas?
La segunda, más grave, designa a Alfonso Romo Garza como su coordinador para el proyecto 2018, que no es otra cosa que su campaña por la presidencia.
Romo y Guadiana tienen algo en común y no es su visión de país, sino su dinero.
A fuerza de perder AMLO ha ido abrevando y aprendiendo y sabe que si realmente quiere avanzar necesita no sólo el dinero, sino las relaciones con el poder, abrir puertas, conseguir apoyos y adeptos.
En el norte del país la penetración de su partido es casi nula, aunque en fechas recientes el PRD ha podido abrir espacios, por eso la urgencia de operar con “figuras” reconocidas, así sea por su éxito empresarial. López Obrador necesita esos recursos económicos, pero fundamentalmente cajas de resonancia, personas con acceso a los medios de comunicación y relaciones que puedan difundir su mensaje.
No digo que Romo y Guadiana no tengas buenas intenciones, pero me cuestiono si su capacidad, entrega y visión de país valen más que las de un simple obrero, un empleado, cualquier profesionista exitoso que no haya llegado al status de millonario.
Las campañas se ganan o pierden en función de las decisiones y principalmente de los errores. Ya veremos si el tabasqueño acertó o de nuevo y como de costumbre, en su típica visión práctica de “todo lo sé y todo lo puedo”, ha vuelto a fallar.
