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29/05/2017

Papel

“El periodismo es grande.
Cada periodista ¿no es un regulador del mundo, si lo persuade?”
Thomas Carlyle

Como un ejercicio de autocrítica habría que cuestionarnos ¿cuál es el verdadero papel que debe jugar el periodismo en nuestro tiempo?

Porque como en la política o cualquier profesión existen buenos y malos periodistas, hay corruptos y valientes, ¿quién es quién y cómo ubicarlos?

Ocurre en todo el mundo, existen quienes confunden la tinta y papel de un periódico, o las ondas de la radio y TV con armas, utilizándolas para chantajear a personas e instituciones.

Hay quienes incluso pretenden erigirse en censores de una comunidad, dictando normas y reglas, ordenando cómo se deben hacer las cosas y decidiendo destinos y rumbos, pero siempre en función directa de una contraprestación económica.

Este tipo de “periodistas” encuentran su mejor caldo de cultivo en lugares pequeños, de poca notoriedad, en donde se solazan realizando una verdadera extorsión al estilo de “me pagas o te pego” y cuando los políticos o empresarios se niegan les dedican enormes esfuerzos para “convencerlos” (a la mala) de sus negras intenciones.

Los ves por igual en escuelas de la Universidad o en municipios pequeños, publican bulos, trascendidos o chismes, pero el problema real es que nunca sustentan sus notas en información real.

Y así, los corruptos buscan la manera de fingir, de aparentar un presumible “beneficio” a la sociedad para destilar su veneno y ejercer una de las formas más ruines y viles del periodismo con la mentira y el engaño como cimiento.

Y se convierten en censores de una comunidad y se erigen en una autoridad que nadie ha elegido para dictar normas y formas, en decir cómo se debe llevar un gobierno o cómo se deben hacer las cosas.

Tristemente soy testigo de la manera en que esto ocurre en Santiago, Nuevo León en donde un par de mujeres ambiciosas critican todo, de todo y por todo, en busca de recibir dinero del gobierno, pero también pasa en muchos otros lugares del estado.

El papel de los medios debe ser el de convertirse en “perros vigilantes”, pero nunca jamás el de utilizar el medio como arma para chantajear, faltar a la verdad y obtener pingües ganancias.

Están ahí porque se los permitimos, no circulan tanto como presumen ni tienen tanta influencia, cuestión de saberles medir para enterarte de que el pretendido daño con el que amenazan no es más que un cohetón al aire, que truena fuerte, pero no hace daño.

ftijerin@rtvnews.com