“¿Para qué alargar el sufrimiento si no es para negociar”
Yomero
Cuando la autoridad, cualesquiera que esta sea, pospone, pospone y vuelve a posponer un fallo, el asunto termina por desparramar fétidos olores y despertar todas las interrogantes del mundo.
El tema de la elección en Coahuila estuvo mal desde el inicio y siguió fallando y volvió a fallar y el INE abona más a la cuenta de la desconfianza ciudadana y el descrédito de las instituciones al alargar el sufrimiento sin ningún sentido, porque en algún momento, algún día de estos, deberán tomar una determinación y cualquier que sea dejará a alguien contento y a otro, u otros, muy encanijados, pero para eso son los árbitros, para tomar decisiones.
Esto ya dejó de ser democracia y ha pasado a un terreno de negociaciones, de presiones, de otro nivel de “recomendaciones” y cabildeos. Tardarse en dar un fallo no significará, de ninguna manera, un triunfo de la democracia y la verdad, porque todo nació empañado y no hay quitamanchas que le tumbe la mugre al desaguisado.
Visto está que a los consejeros electorales lo último que les importa es la verdad y su reputación; a ellos los mueven otros propósitos y preocupaciones. ¿Para qué dar 24 horas para comprobar algo que en la teoría tendría que estar suficientemente documentado, entregado y revisado? O alguien no hizo la tarea o de plano le están dando oportunidad a uno de los contendientes de enmendar la plana.
Tardanza que apesta, que lastima y ofende a la confianza y a la inteligencia de los mexicanos y más de los coahuilenses, tardanza que opera en beneficio de alguien y en perjuicio de otros, tardanza que mata la democracia.