“Para quien tiene miedo, todo son ruidos”
Sófocles
Fue un rato nada más, pero la histeria colectiva lo convirtió en toda una tendencia que provocó que muchos regiomontanos se lanzaran a las calles a realizar compras de pánico. Y es que quedarse sin energía eléctrica para muchos es el equivalente a morir en vida.
No fueron pocos los que corrieron a sus autos para recargar la pila de su teléfono celular, porque una cosa es estar sin luz pero otra, mucho peor, es quedarse sin internet.
Y pensar que hace años no teníamos todas estas comodidades de la vida moderna, que nuestros ancestros se retiraban a sus habitaciones al caer la tarde luego de la cena y sólo se hacían acompañar de una veladora o la luz de un quinqué, además de un radio de baterías.
La amenaza inicial de la versión que decía que era un problema de generación originado por los sismos en Oaxaca y que tardaría dos días en repararse puso a temblar a Monterrey.
Y es que sin luz casi todo se detiene en nuestra ciudad. Los semáforos, las comunicaciones, los bancos. Impensable vivir sin ella.
Fueron unas horas pero el nivel de histeria fue increíble, como también lo fueron los “memes” y las bromas.
Somos frágiles, sumamente frágiles ante los avances tecnológicos, al grado de que buena parte de la población no tiene idea de cómo reaccionar ante una emergencia de esta índole.
Valdría la pena, nada más por probar, intentar un día vivir sin todas estas comodidades. Tal vez eso nos haga valorarlas en su exacta dimensión y no entrar en pánico.