“La verdad no hace tanto bien en el mundo como el daño que hacen sus apariencias”
François de La Rochefoucauld
Algo debe estar absolutamente mal cuando nuestros políticos ya no se preocupan siquiera por guardar las apariencias.
Hace dos años Karina Barrón llegó al Congreso de Nuevo León postulada por el PAN luego de conseguir su nominación en un proceso que dejó dudas sobre la forma y legalidad de su “triunfo”; sabedora de que junto a sus compañeros de partido no tendría muchas oportunidades de sobresalir, encontró una forma de tener notoriedad: declarándose independiente y formando con otros dos esquiroles, Marco Martínez y Jorge Blanco, una bancada presuntamente al margen de todos los partidos, misma a la que hoy se han “suscrito”, también entre comillas (valga la aclaración), Eugenio Montiel y Ángel Barroso.
En ninguno de ellos existe una convicción real de independizarse, sino que han utilizado el esquema en beneficio personal, porque está visto, lo que menos les interesa es representar a los ciudadanos de Nuevo León.
Cualquiera pensaría que en un acto de congruencia los “independientes” mantendrían distancia de los partidos, pero a Karina las apariencias y el qué dirán no le importan; ya ha hecho campaña en el PAN de otros estados y abiertamente apoya a Rafael Moreno Valle, pero no contenta con eso, ahora levanta firmas en las calles para que las dirigencias nacionales del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano abran a la ciudadanía el proceso de selección de candidatos para los puestos de representación popular en el proceso electoral del 2018.
¿Cómo creer en alguien que, por fuera poco, llegó a la Presidencia del Congreso en una burda jugada de conveniencia mutua con Eugenio Montiel? “Soy diputada independiente pero mi corazón sigue siendo azul, aunque sólo del azul que pinta Moreno Valle”, nos dice con sus acciones la diputada Barrón.
A la legisladora habría que recordarle la frase que hizo célebre a un personaje que ella conoce bien: Miguel Ángel García, que dijo algo acerca de que “no había que ser trompudos”.
Los ciudadanos están cansados de los políticos que mienten, pero más, mucho más, de los políticos que hacen y dicen cosas por mera conveniencia y que un día son azules, otro morados, al siguiente blancos, después naranjas. La simulación no es el camino y si van a tomar una decisión deben ser conscientes de que siempre será necesario por lo menos guardar las apariencias.