“Para investigar la verdad es preciso dudar,
en cuanto sea posible, de todas las cosas”
René Descartes
Metidos en una seria acusación por el poco claro manejo de los recursos asignados a los Cendis, Beto Anaya hará lo que siempre ha hecho, intentar presionar con una marcha, desquiciar el centro de Monterrey, desfilar de Colegio Civil a Palacio de Gobierno es una ruta que por décadas ha sido la misma, con las mismas consignas de siempre. Sin embargo eso no disipa las dudas de los manejos financieros de los que acusan a su esposa y su organización.
Insiste el sempiterno líder petista que todo es producto de la decisión de su partido (insisto y subrayo el “su” en el más estricto sentido de propiedad), de apoyar a Morena y López Obrador en el 2018, pero…
Beto, su esposa y su reducido círculo de colaboradores de confianza no son ningunos chamaquitos que se chupen el dedo, ¿cómo es que por años han aceptado el recibir y manejar recursos para depositarlos en una cuenta personal de Lupita? Peor aún, más que el hecho mismo, tendrían que haber pensado que una administración en estas circunstancias daría qué pensar y se prestaría no sólo a una acusación como la que hoy enfrentan, sino a percepción negativa de la sociedad.
Aunque creyese en la explicación de Anaya sobre los motivos de este manejo administrativo suigéneris, me siguen saltando dudas: ¿si los recursos con los que operan son de la Federación, por qué los asignados a otros estados, como Aguascalientes, son enviados a Nuevo León y no al gobierno de aquella entidad para que se los transfiera a la institución?
De siempre me ha parecido el de los Cendis un proyecto excepcional, educativa y socialmente hablando, pero si este desorden administrativo ya tenía años ocurriendo y si el fondo del tema era no reconocer antigüedades y derechos laborales de los trabajadores, ¿cómo es que un par de luchadores sociales como Beto y Lupita nunca pusieron el grito en el cielo y protestaron por apoyar a sus compañeros de labores?
Además del asunto legal y administrativo, la peor mácula que hoy enfrenta el matrimonio Anaya y el Partido del Trabajo es la inmensa duda que les han sembrado que no es nueva, pero que hoy como nunca está documentada y bajo un proceso que tiene a una persona ante los jueces y con una orden en contra de la famosa maestra.
Beto y compañía deben centrar su defensa en la parte legal y reputacional, porque no será política ni mediáticamente como se quiten ni la duda ni la mancha, una mancha que por cierto, termina perjudicando, y mucho, a Andrés Manuel, quien dentro de más poco tiempo del que se imaginan terminará tirando lastres y dejándoles solos.
Aclarar las dudas, es la tarea, no marchas, plantones, declaraciones incendiarias o victimizarse, hay que trabajar y el tiempo apremia.