“No es lo mismo huele a traste,
que atrás…ito de la raya que estamos trabajando”
Yomero
Desde hace tiempo un amigo me había pedido hablar de un tema que es tan cotidiano que ya lo toleramos y vemos como un mal necesario: los franeleros.
¿Tiene alguna razón de ser que un tipo con una franela te “auxilie” a estacionar tu coche? En realidad no. ¿Deberíamos requerir que alguien nos “cuide” nuestro vehículo mientras acudimos a un lugar? Tampoco.
Lo que encanija es que la “cooperación” se vuelva cuota como ocurre en muchos sitios y que la calle que es de todos de pronto tenga un “dueño” por el sólo hecho de haber puesto unas cubetas y botes.
Organizados de manera de repartirse el botín, “confiscan” los espacios y se ayudan entre ellos, pero es evidente que tienen el “apoyo” de la autoridad que les deja estar.
Enfada el chantaje vil y descarado de “yo no sé qué pueda pasarle a su coche” cuando te niegas a darles la “cooperación” y más encanija cuando al regresar el famoso “cuidador” no está por ningún lado.
A diario veo cómo entre franeleros, agentes de tránsito y grúas tienen montado su negocio en los alrededores de la Torre Administrativa y Cintermex. Pasas y ahí están los “viene-viene” con su clásico rollo de “yo se lo cuido, usted no se apure, estamos arreglados”, pero un rato después llegan las grúas y arrasan con todo.
Y me pregunto, ¿no sería más correcto que en lugar de permitir hechos que puedan generar actos de corrupción, el Municipio asignara de punto a un agente de tránsito que impida que la gente se estacione en el lugar?
Negocio redondo para todos. El franelero que cobra cuota por estacionarte en un espacio público que a él no le cuesta un centavo; la autoridad, agentes de tránsito o policías, que les cobran una cuota a los primeros por hacerse de la vista gorda; los agentes viales que llegan con la grúa y con el carro ya enganchado te proponen un “buen arreglo” en el que también lleva tajada el operador de la grúa.
Detrás de todo esto hay una importante industria que genera miles de pesos diarios a ciencia, paciencia y casi siempre conveniencia de autoridades.
Si no somos capaces de terminar con estas prácticas, ¿cómo aspiramos como sociedad a que se resuelvan problemas mayores?