“El infierno está lleno de músicos aficionados”
George Bernard Shaw
Los grandes maestros y virtuosos de la música, en su mayoría, han recibido una intensa y sobre todo estricta formación académica para llegar a planos de excelsitud. Son contados los casos de genios que de manera natural y con la simple intuición alcanzan niveles de perfección.
Lo mismo sucede con los políticos y sus campañas; los triunfadores, los que ganan elecciones una y otra vez lo hacen porque cuentan con método y academia, porque se soportan de profesionales, estudios y herramientas, porque no corren riesgos y no juegan a la casualidad.
En el concierto de las campañas presidenciales, en las que apenas se ejecutan los primeros compases, es común y natural, aunque no lo deseable, detectar errores de composición y sobre todo de ejecución; ya se irán acoplando los instrumentos y afinando los “solos” para que el director pueda conducir al grupo con tranquilidad y armonía.
Llama la atención el caso de Andrés Manuel López Obrador quien a pesar de sus dos incursiones previas, insiste en tocar de oído y no seguir las partituras. Viejo músico autodidacta, desecha el metrónomo que marca con rigidez el tiempo para ejecutar el instrumento a su ritmo y sentimiento, cual si fuese un jazz y no una perfecta sinfonía lo que debiera escucharse.
El tabasqueño no tiene tablas, sino la maderería completa y se las sabe de todas, todas, pero cuando lo que está en juego es una elección presidencial -y más en su caso en una tercera oportunidad- sería recomendable ser menos soberbio y dejarse ayudar; o por lo menos ponerse de acuerdo con el resto de su equipo antes de lanzarse al vacío con sus estruendosas declaraciones.
Porque un día sí y otro también Andrés Manuel suelta de su ronco pecho una frase sabrosona para alegrar el cotarro, pero ese desliz le termina costando el recurso más preciado de la campaña: tiempo, porque luego tiene que invertir demasiado en recular, desdecirse, aclarar, repetir y reorientar. Luego de tantas veces, ya debería haber aprendido la lección.
Imposible pedirle a Tatiana que lo meta en cintura, porque de coordinadora de campaña sólo tiene el nombre, ya que López Obrador no escucha ni atiende a nadie, él maneja solo su campaña, para todos tiene y sus ocurrencias parecen no tener fin, sin darse cuenta del alto costo que le representan y que, en una de esas, le terminarán significando la derrota definitiva.
La tercera es la vencida.
Así que habría que dejar de tocar de oído y poner más atención a las notas del papel pautado que marcan con precisión infinita ritmo y armonía. Hay momentos para el “solo”, pero deben ser los menos y hasta esos vienen marcados en la partitura.