“Todo está cambiando. La gente se toma en serio a
los humoristas y a los políticos como una broma”
Will Rogers
Cuando la confianza ciudadana en los políticos está por los suelos y el descrédito de funcionarios como los diputados alcanza sus niveles más altos en la historia, algunos legisladores se empeñan no sólo por mantener su nivel, sino por acrecentar la pésima percepción que de ellos se tiene.
Con un estado con carencias por la crisis económica, la falta de apoyo y las revanchas partidistas que no permiten avanzar, en plena época electoral cuando se supone los políticos deberían estar centrados en cuidar su imagen, aparecen personajes que se empeñan en llenar de estiércol la función pública al abordar nimiedades y tonterías.
Y así irrumpe en la escena el chaquetero de Gabriel Tláloc Cantú, ahora con la cobija del PT, quien sube a la tribuna del Honorable Congreso del Estado para realizar una propuesta de avanzada y emergencia para todos los nuevoleoneses: modificar la ley antitabaco para que también se legisle el uso de cigarrillos electrónicos.
Sin estudios, análisis o materiales de soporte, el diputado legisla con absoluta frivolidad y ligereza, faltando gravemente a su compromiso como servidor público, porque sustenta su propuesta en el aire, con comentarios de oídas y sin un verdadero soporte técnico-científico de lo que se atreve a plantear en el máximo estrado del estado.
Superfluo, banal, fútil, inmoral, intrascendente, insípido, irresponsable, poco ético y menos serio, Tláloc termina siendo para los nuevoleoneses dinero tirado a la coladera y no, como debería, una inversión para mejorar. El excetemista ocupa un lugar en el espacio del Congreso y consume oxígeno que les vendría mejor a sus compañeros.
Los cuentos e historias que el diputado de marras esgrime a favor de su propuesta no son más que historias impulsadas por la poderosa industria del tabaco en los Estados Unidos que ha visto la caída de sus ventas con la nueva modalidad y el buen Tláloc las asume como verdades, demostrando su nula capacidad de análisis y su poca seriedad.
¿De verdad piensa que no existen otros temas más importantes que tratar en el Congreso como para atreverse a decir estas tonterías en la tribuna?
Tláloc es un frívolo.