“La fama es un trozo de nada que el artista agarra al vuelo sin saber por qué”
Fernando Arrabal
Hace muchos años Roberto Rosso Cantú, que fue un extraordinario juez de box entre otras cosas, me dio una lección: “el mejor referee, es aquel que no se nota en su trabajo”.
Al escuchar el discurso de la Presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Janine Otálora, en la entrega de constancia de mayoría como Presidente Electo de Andrés Manuel López Obrador, me vinieron a la memoria las palabras de mi amigo muerto hace ya un montón de años.
Dijo, entre otras muchas cosas la Ministra Otálora, que “el Tribunal que preside ha contribuido a restablecer la quebrantada esperanza en la soberanía del pueblo”.
Diese la impresión de que la Ministra quiso aprovechar la oportunidad para disfrutar de unos cuantos minutos de fama, sabiendo que los ojos de los medios en México estaban puestos en el evento de entrega de constancia de mayoría del nuevo presidente.
Innecesario, inútil e inoportuno el mensaje de doña Janine, porque falta a la verdad, ya que basta ver las enormes inconsistencias y fallas en las elecciones locales para darte una idea de que fue, en todos sentidos, una elección fallida; en el caso de la contienda presidencial no hay duda por la avasalladora victoria de Andrés Manuel, pero en lo demás ni el Tribunal ni es resto de las autoridades electorales han cumplido con su encomienda, así que no hay nada qué presumir.
Impertérritos nos hemos quedado ante el monótono discurso de la Magistrada que no venía al caso, porque se trataba de un acto protocolario y los reflectores deberían ser para el Presidente Electo.
A la democracia en México le hace falta mucho camino por recorrer, pero el primer paso es bajarle unas diez rayitas a la soberbia de quienes lamentablemente ocupan los puestos de árbitros, ya que visto está, la autocrítica no se les da.