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22/08/2018

PERCEPCIONES / Regresión

“No siempre todo tiempo pasado fue mejor”
Yomero

No tuve que esperar al arribo del nuevo gobierno para vivir el “deja vú” de la regresión a los 70’s; ayer una empresa mexicana que se supone es de las más modernas del país, Telmex, me mostró la peor de sus caras.

Antes de explicar mi regresión en el tiempo deseo aclarar que he tenido la oportunidad de conocer, tratar y trabajar con extraordinarios profesionales, muchos de ellos sin carrera universitaria, que se han dejado la vida y la piel en el servicio público, respeto y admiro su trayectoria y pasión por su trabajo.

Al hablar de burócratas no hago referencia a los trabajadores de gobierno, sino que uso el término en la más peyorativa de sus formas para referirme a los empleados de las tiendas de Telmex que son el mejor ejemplo de cómo no se debe tratar a un cliente.

Acudir a realizar un pago o gestión en esos lugares es una verdadera regresión en el tiempo porque lo único que les hace falta a los burócratas que ahí laboran es poner la torta y el refresco sobre el mostrador, porque en las formas, el trato, los modos y encima, los métodos y sistemas, te hacen sentir que volviste en el tiempo 50 años.

Los pagos los haces en cajeros automáticos (casi siempre no están funcionando varios y no hay quién oriente a las personas que no saben utilizarlos), pero eso es bastante ágil; lo malo viene cuando pretendes pagar con cheque o tarjeta tus recibos.
Para empezar tuve que esperar casi 20 minutos a que apareciera la mujer encargada de entregarte un papelito con un turno, parte de un moderno sistema computarizado que muestra en pantalla la asignación de en qué lugar te atienden; de mala gana y tras preguntarte hasta tu tipo sanguíneo, me entregó mi turno; al ver la pantalla me di cuenta de que faltaban 10 personas antes de mi, además de quienes en las mismas cajas hacían trámites de contratación, bajas, cambios y demás.

Media hora después los turnos para cobrar habían avanzado apenas dos números; de cinco cajas sólo operaban tres, una estaba vacía y la otra en mantenimiento. Los dos que avanzaron ya se habían ido de la tienda, por lo que al llamar a otro número resultaba que era para trámites, no para pagos.

El colmo vino cuando al terminar con los números en pantalla y así nomás del fondo de sus calzones, uno de los burócratas de las cajas se puso a llamar a otros clientes de trámites sin darle paso a los de pagos.

Ya para entonces era yo una olla express y a voz en cuello le dije: “Oiga amigo, pase a algunos de pago, no sea así” y como respuesta sólo tuve una mirada indolente y un silencio lleno de prepotencia que bien podría traducirse en “Me vale madre lo que diga, conmigo se amuela”.

Encabritado volví con la mujer de los turnos y pedí hablar con el gerente para externarle mi queja y lo primero que me hizo fue cuestionarme “¿qué trámite desea hacer?” le expuse mi queja y me dijo: “Pos (sic) no está”; pedí hablar con alguna otra persona responsable y me dijo: “No hay” y de ahí no la saqué.

Ya para entonces mi voz y mi rostro hacían evidente mi molestia y el pobre guardia de seguridad quiso acercarse pero lo hizo temblando de miedo y al verlo decidí que no valía la pena seguir ahí.

Pues bien don Carlos Slim, habría que ir pensando en poner sus tiendas y centros de atención a clientes en Infinitum y no permitir que sea el humor de un simple burócrata los que decidan a quién atienden.

Voy a buscar un inventor para asociarme con él e ir a Shark Tank y diseñar un verdadero sistema de atención a clientes, a ver si así le da vergüenza a Arturo Elías Ayub, quien presume de empresas de avanzada cuando no han podido romper inercias ni acabar con el peor servicio a sus clientes.

Don Carlos, lo logró. Juro, no, no juro, paso a perjudicar a la autora de mis días, si vuelvo a poner un pie en su negocio y de ya empiezo a buscar a otra empresa en donde quizá no sean tan modernos, pero que cuando menos traten mejor a sus clientes.

22ftijerin@rtvnews.com