“¿Quién mató al Comendador?”
Lope de Vega en “Fuenteovejuna”
Lo ocurrido ayer en Santa Ana Ahuehuepan, Hidalgo, y un día antes en Acatlán de Osorio, Puebla, es un llamado de atención importante que sociedad y gobierno no debemos dejar pasar.
En ambos casos existen dudas de que los tres hombres y la mujer que fueron quemados vivos en realidad se dedicasen a secuestrar menores, tal y como se les acusó y por lo que los pobladores de ambos sitios tomaron justicia por sus propias manos.
Por increíble que parezca, en ambos casos las redes sociales tuvieron una importante participación al difundir las versiones de que existían bandas de “robachicos” en los alrededores de las dos poblaciones, lo que cultivó el ambiente necesario para al darse la primera duda el pueblo tomase justicia por su cuenta sin esperar la actuación de la autoridad.
Argumentaron, en el primero de los casos, que tenían temor de que los jueces los pusieran en libertad, pero hasta hoy se desconoce si en realidad los hoy occisos eran en realidad secuestradores; igual ocurre con el hombre y la mujer que ayer murieron en Puebla.
El punto aquí es que el ejemplo puede cundir y ante la menor provocación no faltará quien imite el acto realizado en el centro del país y el asunto se salga de control.
Todos tenemos tareas por hacer para robustecer la justicia. Obvio que la responsabilidad recae en los cuerpos de seguridad y las áreas de procuración y administración, además por extensión en las tareas de readaptación social, pero una cosa es cierta, el hartazgo ciudadano es lo que en realidad provoca este enfurecimiento repentino que encuentra su punto de salida en el linchamiento de presuntos delincuentes.
Si ya regresamos a vivir, en pueblos y ciudades, “la ley del más fuerte” y las disputas se resuelven a balazos y ejecuciones, lo peor que nos puede pasar es llegar al extremo de que cualquiera que sea señalado, culpable o no, de cualquier delito, corra el riesgo de morir linchado por una multitud enardecida.
La tarea es compleja y no admite dilación. Es tiempo de trabajar unidos por nuestras comunidades, si no queremos que esto mismo empiece a ocurrir en nuestro respetivo entorno.
