“En política siempre hay que elegir entre dos males”
Christopher Morley
El problema del transporte en el área metropolitana de Monterrey va más allá de un simple incremento en las tarifas o su eficiencia, el punto de fondo está en el tratamiento político que históricamente se le ha dado.
Pocos gobernantes son, y hay que reconocerlo, los que han tenido los “pantalones” para aventarse el tiro de incrementar las tarifas, porque la decisión, siempre política, se viene postergando siempre en aras de no caer en la impopularidad.
Sin embargo la decisión conlleva una maquiavélica trampa, la de no poder exigir resultados ni mejoras, debido a que para ello son necesarios mayores recursos.
Y así, la historia empezó con aquellos paros locos que ordenaba el dirigente de la CTM, Raúl Caballero Escamilla y en buena medida eran secundados por la CROC de Eleazar Ruiz Cerda, y la ciudad se paralizaba, hasta que llegó alguien con “pantalones” y les hizo frente.
En el fondo el problema es mucho más grave que el simple asunto del precio del pasaje.
Es imperativo rediseñar el trazo de las rutas, no con el cuento de los “consorcios” que se inventaron, sino con un esquema de ingeniería que permita optimizar los recursos disponibles a fin de incrementar la frecuencia de paso y brindar un mejor servicio. Es necesario pensar en menos vueltas y más conectividad, además de tener mejores unidades y mucho mejores choferes.
Tenemos que apostar por un mejor Metro, pero para ello se requieren recursos. Vamos demasiado atrás en este tema y debemos invertir en él.
Se requiere poner orden, en definitiva, en el servicio de taxis, ofreciendo seguridad y eficiencia, pero no por encimita ni maquillado, sino de verdad, brindando confianza a los usuarios sin sustraerse de la responsabilidad que como autoridad se tiene.
Se ocupa, en síntesis, trabajar y dejarse de grilla y politiquería barata, de fajarse los pantalones, como lo hicieron para subir los precios, y ya entrados en gastos reordenar lo que por décadas ha sido un reverendo despapaye.
Cuando lo hagan, sólo entonces, pasarán a la historia como verdaderos gobernantes, porque no importa el juicio inmediato, sino los resultados definitivos.