“Hay momentos en que la desfachatez cambia de nombre”
Yomero
Fácil, rápido, eficiente en extremo, el presidente de la Comisión Estatal Electoral de Nuevo León, Mario Alberto Garza, informó de inmediato no sobre la logística, dinámica o problemática que enfrentarán en la elección extraordinaria en Monterrey, habló de lo importante para él: pesos y centavos y dijo que la jornada comicial tendrá un costo de 50 millones de pesos.
Y es ahí donde uno levanta la ceja y dice: “A ver, barajéamela más despacio”.
Si van a usar el mismo padrón, las mismas casillas, los mismos libritos, los mismos materiales, ¿en qué diantres se van a gastar 50 millones de pesos?
Declara, sin la menor pena y segurísimo de si mismo, que serán los mismos funcionarios de casilla los que participen el próximo 16 de diciembre. ¿Y ya les preguntó si están de acuerdo? A mi me parece que se va a llevar una sorpresa.
Porque los ciudadanos difícilmente volverán a prestarse para ser parte del “empuerque” que montaron precisamente las autoridades electorales y del que hoy hacen gala de total amnesia.
Si los votantes están desilusionados, los funcionarios de casilla que se pusieron una felpa de más de 12 horas, no están nada contentos con las comisiones estatal y municipal, porque lo que reitero, no se van a prestar al juego y van a tener un serio problema para juntar a los funcionarios. Sí hombre, cómo no, vamos a dejar las posadas un día después de recibir el aguinaldo para ir a repetir el numerito mientras los comisionados están en la comodidad de sus oficinas, cobrando megasueldos y con clima.
La elección no puede, no debe costar 50 millones de pesos sino muchísimo menos; la lógica indica que se pueden reutilizar materiales de los comicios de julio, no habrá la necesidad de tantos gastos, ¿por qué usted y yo tenemos que pagar?
Es necesario recordar que todo este sainete fue provocado por la ineptitud e ineficiencia de los encargados de la elección quienes no tienen ni castigo ni señalamiento alguno en su contra. Tenemos que realizar una elección de nueva cuenta por su culpa, por su culpa, por su maldita culpa.
¿50 millones? ¡Si chucha, cómo no!
