“La causa de la libertad se convierte en una burla si el precio a
pagar es la destrucción de quienes deberían disfrutar la libertad”
Mahatma Gandhi
No puedo entender la posición de un “actor público” cuando en una misma declaración contrapone su hipótesis.
Julio César Puente, presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública, consideró ayer que el uso de la fuerza letal por parte de los policías estatales contra los delincuentes, como lo planteó el Secretario Aldo Fasci, no es correcto pues el escenario serían las calles y estarían en riesgo los ciudadanos.
Puente recomendó al Estado combatir el problema con estrategias de inteligencia y la profesionalización de los policías, lo cual suena muy bonito y muy sabroso, pero resulta que de allá para acá lo que les tiran son balas de verdad, con armas muy potentes, con todas las ventajas de premeditación y alevosía, ¿pondría usted señor presidente del Consejo Ciudadano la otra mejilla?
Sería prudente que el titular del organismo ciudadano acudiese a visitar a las familias de los cuatro policías heridos ayer (tres de ellos muy graves) en Anáhuac, Nuevo León, en un enfrentamiento en el que fueron emboscados y les repitiese toda esa cátedra de argumentos tan interesantes, toda vez que el ataque se dio en las calles.
Lo simpático del asunto viene cuando el propio hombre asegura que “Sin duda hay una conexión entre las detenciones de la corporación y los grupos criminales”, entonces, ¿vamos bien, nos regresamos o mandamos por más dinero? ¡Que no lo entiendo!
Voy de acuerdo en respetar los derechos humanos y más en impedir abusos, pero no atemos de manos a nuestros policías que ya la tienen bastante difícil al tener que actuar sólo en defensa, a pesar de ver a un tipo en la calle con un arma larga en las manos y tener que esperar a que les dispare para poder accionar las suyas.
El señor Puente y quienes abogan en este sentido, deben anteponer el interés de la sociedad al de los delincuentes, deben dejarse de historias y comprender que vivimos un momento crucial y crítico, que es necesario enviar un mensaje claro y contundente: ¡Basta ya!
No son programas, ni capacitación, ni prestaciones, ni mejores sueldos, lo que hará que nuestros policías ofrenden su vida sin repeler las balas del crimen organizado. Tenemos que darles argumentos, sustento jurídico, certeza y tranquilidad, ellos se juegan la vida por nosotros, ¿y cómo les pagamos?