“En la guerra y en el amor, todo se vale”
Anónimo
Cuando la afirmación se da a través de los medios, la máxima jurídica se invierte de manera que “todo acusado es culpable hasta que demuestre su inocencia” y así, con una simple frase, el abogado Jeffrey Lichtman colocó contra las cuerdas al Presidente Peña Nieto y al ex presidente Felipe Calderón.
Más allá de los alcances y repercusiones en torno a las afirmaciones del abogado, lo interesante es la forma en que ambos políticos han dado respuesta inmediata al señalamiento.
Obvio ambos lo negaron, pero aquí las formas y contextos son fundamentales para darle el necesario toque de certidumbre a sus afirmaciones, uno estuvo bien y otro mal.
Peña y Calderón eligieron Twitter para dar respuesta a la acusación por su inmediatez. Institucional y más estratégico, el actual mandatario envió a su vocero, Eduardo Sánchez, quien su cuenta de la red social escribió: “El gobierno de @EPN persiguió, capturó y extraditó al criminal Joaquín Guzmán Loera. Las afirmaciones atribuidas a su abogado son completamente falsas y difamatorias”.
De “bote pronto” Felipe Calderón contestó directo en su cuenta: “Son absolutamente falsas y temerarias las afirmaciones que se dice realizó el abogado de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán… Ni él, ni el Cártel de Sinaloa ni ningún otro realizó pagos a mi persona”.
Ambos lo niegan, pero el primero aporta un elemento de credibilidad que abona a su favor, mientras el segundo se limita a negarlo lo cual, me parece, no resultará suficiente a los ojos de la sociedad y principalmente de sus críticos.
Enrique Peña Nieto deberá sostenerse en su postura y reafirmarlo una y otra vez; quien deberá remar contra corriente y encontrar pruebas que demuestren su inocencia será Calderón quien deberá dejar para después su pelea con el PAN y el arranque de su nuevo partido político, porque la coyuntura manda y hoy exige que se deslinde y desmanche, si quiere seguir siendo un actor relevante en México.
La percepción es más fuerte que la realidad.