“Lo más escandaloso que tiene el escándalo es que uno se acostumbra”
Simone de Beauvoir
Sí, ya sé que a esta altura deberíamos estar acostumbrados a ver los desfiguros y desmanes, en pocas palabras el desmadrito que se cargan las autoridades electorales en los comicios para elegir al alcalde de Monterrey, quisiera, debiera, pero no puedo.
¿Es que aún no se cansan de enlodar la política y pasarse las leyes por el arco del triunfo?
La decisión de la Sala Regional del Trife de echar atrás la determinación del Tribunal local de poder cambiar candidatos, lejos de dar tranquilidad y certidumbre a los ciudadanos provoca que se incremente el inmenso e intenso tufo a podredumbre.
Se les olvida que estamos aquí gracias a la incapacidad, ineficiencia, ineficacia, impericia, desfachatez, desvergüenza y valemadrismo de las propias autoridades electorales que no supieron cómo conducir un proceso y, después, gracias a unos jueces electorales que diese la impresión de que lo que menos les importa son los votantes y su decisión en las urnas, porque si de verdad prevaleciera en ellos el espíritu de la legalidad, transparencia y la verdad, se hubiesen puesto de acuerdo desde el principio.
¡Basta ya señores! ¡Ya fue suficiente escándalo!
¿Será posible que TODOS, dije TODOS, todos los jueces, magistrados, secretarios, consejeros, representantes de partidos y candidatos, la señora que hace el aseo y el mono que vende los tacos en la esquina, se sienten y de una vez por todas lleguen y honren un acuerdo para que podamos celebrar una elección en paz y sea cual sea el resultado respetarlo?
Porque de este lado de la mesa lo que ya vislumbramos es que gane quien gane, el derrotado impugnará el resultado y volveremos a empezar este relajo y volverá el Tribunal local a decir una cosa y la Sala Regional otra y se irán al Federal en donde, a decir de un columnista de la CDMX hay presiones, chantajes y hasta sobornos para inclinarse de un lado de la balanza.
No se equivoquen señores, no es la fecha del 23 de diciembre la que provocará la baja participación de votantes. Lo que en realidad hace que nos ausentemos de las casillas es su cochinero barato, su arrastrarse de continuo por el fango y así, llenos de lodo, sonreír para la foto y decir que son puros y limpios.
Se impone una acción especial, un acuerdo único y absoluto como que el mencioné líneas arriba, que se respete por todos y que termine, de una vez por todas, con esta vergüenza.
El daño ya está hecho, quien quiera que sea el triunfador llegará con descrédito y el perdedor rumiará su derrota recorriendo tribunales.
¡Ya basta señores, ya basta!
