“Hay algo que Dios ha hecho mal. A todo le puso límites menos a la tontería”
Konrad Adenauer
Año nuevo en Apodaca, Nuevo León.
Un hombre sale a comprar unas cervezas y de regreso a casa observa una patrulla de policía que pasa a su lado; sin pensar lanza la lata de cerveza que va ingiriendo contra la parte trasera de la unidad e impacta en el cristal, lo que hace que los policías se detengan para arrestarlo y en esas están cuando varios vecinos se acercan para impedirlo, sometiendo a uno de los uniformados al que le quitan su pistola y con ella le hieren en el cuello mientras el otro acciona su ametralladora, matando al heridor de su compañero y lesionando a la madre del occiso y a otra mujer.
En tanto el tonto que comenzó el sainete se roba la patrulla la cual va y choca unas cuadras más adelante.
Una historia que jamás debió suceder. Una tragedia que cambiará el año nuevo para varias familias y todo por la ocurrencia de un borrachín al que se le hizo fácil tirarle una lata de cerveza a una patrulla.
Vecinos envalentonados al calor del alcohol que desarman a un policía al que tenían sometido en el suelo y le daban de patadas; el inconsciente que toma el arma, corta cartucho y dispara a matar contra la cabeza del uniformado que se salvó de milagro porque el proyectil entró y salió de su cuello sin tocar la columna vertebral.
Pero el que no se salvó fue ese inconsciente ya que fue abatido por las balas del segundo policía. ¿Qué hacía en medio de la reyerta la madre de ese hombre? Porque el andar ahí en medio de los cocolazos le ha hecho ya perder uno de sus brazos y corre el riesgo de perder el otro producto de las balas, pero lo más doloroso es que perdió a su hijo.
Tristes historias entrelazadas para iniciar un año, pero son el reflejo de nuestra realidad.
Y todo por una tontería.