Texto Header
08/07/2024

PERCEPCIONES / Desagravio

“La intención hace el agravio”
Pedro Calderón de la Barca

Hay un tipo en Facebook que desde hace tiempo viene publicando historias de Monterrey y su gente y se firma como “El Papá del Pato”, aunque en realidad no da su nombre y no dice de cuál “Pato” es padre.

Habrá que reconocerle al hombre que tiene edad o por lo menos sabe indagar datos, nombres, fechas y lugares, para evocar tiempo idos de nuestra historia, aunque en muchas de las ocasiones cometa graves pifias y omisiones, lo que hace que su forma de vanagloriarse a si mismo (alabanza en boca propia es vituperio, dice en refrán) lo exhiba.

Hace unos días “El Papa del Pato”, quien dice que es “un súper genio pa’ la historia de Monterrey y la mera reata de este asunto”, publicó un ranking en donde otorgó lugares a “los mejores locutores” de la televisión de Monterrey y en el que, como de costumbre, olvidó nombres, confundió las cosas y revolvió “las paridas con las preñadas y la gimnasia con la magnesia”.

Porque no se puede ubicar en el mismo catálogo a los Maestros (con mayúscula por favor) de antaño, con personajes de baja monta como “El Pato” Zambrano (¿es acaso su papá?), Chavana o Burgos, como lo hizo el tipo de marras.

En el mismo listado, el autor califica el desempeño de conductores, locutores y animadores, según su muy corta visión de las cosas, de manera tal que hace un amasijo indescifrable.

No puedes comparar el desempeño de un conductor de noticias que no salió de Monterrey, ubicándolo en el primer lugar, con alguien que tuvo historia en la televisión a nivel nacional, pero el tipo lo hizo.

No puedes dejar fuera a personas que tuvieron un momento en la historia de la TV regiomontana como don Alfonso Herrera o como Pepe Báez Gutiérrez.

Los locutores de antaño eran personas con una vasta cultura general, preparados para improvisar y verdaderos genios en el manejo del lenguaje, a diferencia de los que hoy salen a cuadro.

La calificación otorgada por ese señor a los presentadores de programas de TV en Monterrey es un verdadero insulto y un agravio. El tipo podrá recordar muchas cosas de la historia y poseer documentos que le ayuden a apoyarse, pero su percepción dista mucho de la categoría y relevancia que tuvieron esas voces, sobre todo cuando incluye a personas que nunca trabajaron en Monterrey.

Así son las redes sociales, muy abiertas y democráticas, pero en ellas no todo lo que se publica es cierto y sobran quienes presumen de ser y conocer lo que no conocen.