“El amor y el dinero no se pueden esconder”
Refrán popular
Condición humana, la soberbia que los mueve a hacer gala de ostentación, termina operando en su contra y destruyéndolos.
La historia del director de Concursos de la Secretaría de Obras Públicas de San Nicolás es la misma de muchos a quienes la vanidad propia o de sus allegados, compañeros o familiares, al final se vuelve en su contra y les cobra la factura de su ostensibilidad.
Eli Amed Orellán Marín habrá aprendido hoy el fondo del slogan de un periódico de noticias del espectáculo local que dice: “Si no eres famoso a nadie le importas” y el problema no son los viajes o los lujos, sino esa maldita manía que tienen muchos de publicar en Facebook hasta cuando van al baño. El hoy funcionario con licencia habrá entendido, a la fuerza, que si no hubiese presumido sus viajes y la adquisición de su nueva camioneta, seguiría en donde estaba, disfrutando de los mismos placeres, pero sin los graves problemas que hoy enfrenta.
Falta aún que el servidor público nicolaíta aprenda la más dura de las lecciones: que sin importar los avances en la justicia y transparencia, la vieja sentencia de que a nivel de medios y noticias “todo acusado es culpable hasta que no demuestre su inocencia… y ni así”.
Ayer Orellán pidió separarse del cargo al que nunca jamás volverá, pero que lo tendrá atado por un buen rato mientras se aclaran las cosas.
Por mucho que lo vean y se los adviertas, hay quienes no entienden la lección si no es en cabeza propia. Lo que mejor podría hacer este sujeto es cerrar su cuenta de Facebook y no volver a publicar jamás, porque es un aparador en donde todo, pero todo, se mira.