“Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás”
William Faulkner
Los cronistas, historiadores y amigos que el sábado fueron a “El Charro” en Santiago, Nuevo León, a almorzar y pronunciarse para defender el típico restaurante de la Carretera Nacional, deberían ponerse aguzados para no resultar abusados.
Porque desde hace algunas semanas los propietarios han iniciado una campaña mediática asegurando que la administración municipal pretende destruir el icónico lugar al construir un paso deprimido en la carretera.
No conozco los detalles, pero basta un poco de agudeza para empezar a cuestionar algunas cosas: ¿cómo es que el Municipio puede hacer una obra de esa envergadura sobre la rúa federal? En todo caso la promueve, pero no es algo propio y si acaso es así, con seguridad deben existir los estudios técnicos que justifiquen la necesidad de dicha construcción.
Por otra parte, hasta donde he podido leer y enterarme, la obra está apenas en fase de proyecto ejecutivo y en ella no se contempla afectar a las propiedades privadas que colindan con la carretera. Entonces, si no los van a tocar, ¿por qué la queja anticipada?
Puedo pensar que los dueños del típico restaurante creen que al quedarse sobre una lateral y no directamente sobre la vía carretera, sus ventas pueden verse afectadas, pero eso es muy distinto a que les quieran derrumbar el sitio y acabar con el patrimonio cultural de los santiaguenses como ellos alegan. En este punto hay que ser claros, si alguien quiere ir a almorzar un machacado al “Tino’s” o comprar paletas a “La Regia”, lo hará en donde quiera que estos negocios se ubiquen, así tengan que tomar una desviación o un camino diferente al acostumbrado.
Pero el punto en donde los cronistas, historiadores y amigos deben ponerse más aguzados para no resultar abusados, es en la historia y perfiles de las personas, porque es bastante posible que detrás de la campaña y queja se ubiquen intereses de tipo político para perjudicar al actual alcalde con miras a las próximas elecciones y todo porque solo basta recordar quién fue el alcalde que concluyó el periodo anterior cuando Homar Almaguer dejó la presidencia municipal para contender por una diputación. ¿Una pista? Se apellida Tolentino, justa y precisamente como los dueños de “El Charro”.
“Quiero el progreso”, siempre y cuando “el progreso” no esté en la puerta de mi casa o que en su construcción se afecte mi bolsillo, como tantas y tantas veces hemos visto.
Aplaudo la buena fe de los cronistas e historiadores, pero tengo la sospecha de que están siendo utilizados y eso me daría mucha pena, porque son personas de bien que procuran el bienestar de cada comunidad y si el paso deprimido puede salvar una sola vida, con eso está más que justificado, cuidando claro está, preservar la historia, costumbres y tradiciones, aunque sea en una calle lateral.