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19/09/2017

Animales

“Verdaderamente, el hombre es el rey de los animales,
pues su brutalidad supera a la de éstos”
Leonardo Da Vinci

Por más que intento, no logro entender a los animalistas que bajo el argumento de defenderlos terminan acabando con ellos.

Hace pocos los días el Cabildo de Guadalajara decidió prohibir la utilización de caballos para tirar de sus famosas calandrias y puso en marcha un programa de carruajes eléctricos con estaciones de recarga gratuitas para los prestadores del servicio.

Listos, como ellos solos, los regidores del Cabildo tapatío aceptaron además un donativo de 55 calandrias eléctricas a cambio de un contrato de 20 años de publicidad en las mismas, por parte de un particular, las que van a entregar a prestadores del servicio en un comodato, que puede ser heredado, por 99 años  ¿Durarán las nuevas calandrias motorizadas 20 años?

El problema parte de la maquiavélica forma de operar, porque en total existen 110 calandrias en Guadalajara y van a dar la mitad. Es evidente que la intención es dividir a un gremio, porque los otros 55 tendrán que entrarle con algo así como 500 mil pesos para adquirir sus calandrias, más el emplacado, permisos y demás.

Lo grave y preocupante es que todo esto se hace en aras de los “derechos de los animales”, pero no consideran que al no tener ninguna otra utilidad esos 110 equinos están siendo destinados a la muerte, con todo y que digan que no serán vendidos y que los propietarios podrán conservarlos o donarlos a refugios o personas interesadas y que se dará seguimiento al destino de los animales, lo cierto es que acabarán en el rastro.

Resultan muy “modernos” y muy “correctos”, pero sólo en la apariencia, ya que la resultante de su acción es inversamente proporcional a la intención anunciada.

Imagine una feria como la de Jerez o la de Sevilla, en España, sin la presencia de carruajes tirados con caballos.

Amo profundamente a los equinos y le puedo decir que esos 110 jamelgos son cuidados con amor y esmero por sus amos, porque representan el motor de su fuerza de ingresos, porque entre ellos existe una relación mucho más fuerte que la que cualquiera puede tener con una mascota, ese caballo les da de comer.

Estos políticos son igual de irracionales que los antitaurinos que, buscando proteger al toro del supuesto maltrato de las corridas, terminan provocando su extinción, ya que al no existir la Fiesta Brava su especie no tiene razón de ser.

Podría decir que son más animales que los animales, pero eso sería insultar a los verdaderos animales. Los políticos son peores.

ftijerin@rtvnews.com