“No quiero ir al infierno… con el calor de Monterrey tengo”
Yomero
No entiendo a nuestras autoridades.
En cada diciembre se desviven regalando cobertores para el frío en campañas a las que suman diversos medios de comunicación y organizaciones de caridad, pero no veo a ninguno que se preocupe por hacer lo mismo en la temporada de calor.
Y mire que históricamente tenemos frío, lo que se dice frío, unos cuantos días al año, pero las elevadas temperaturas nos agobian desde mayo y hasta septiembre.
Sin ser especialista me parece que el calor provoca más decesos y enfermedades que el frío.
Tomar medidas de emergencia, repartir botellines de agua, ordenar que quienes están obligados a laborar a pleno sol o en lugares de alta temperatura como las fundiciones tengan jornadas más cortas, ayudar a las familias que viven en tejabanes con techos de lámina, multiplicar los repartos de agua en las zonas en donde no hay red, serían medidas no sólo básicas, sino de elemental humanidad, pero no suceden.
Tomamos el calor como algo natural de nuestra tierra y el frío como un acontecimiento excepcional y aunque así lo sea, no por el hecho de que padezcamos mayormente calor significa que no hagamos nada para mitigar sus efectos en quienes más apoyo requieren y que no pueden conseguirlo por sus propios medios.
A veces pienso que somos bastante incongruentes y cuando medito sobre cosas como el calor me doy cuenta de que sí.
