“Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro.
Un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro”
Georges Clemenceau
La calificación de George Clemenceau, el escritor y político francés que vivió entre 1841 y 1929 de un “convertido”, le queda como anillo al dedo a Cosme Leal, aunque en esta tierra preferimos llamarles “chaqueteros”.
Y es que en menos de seis meses el diputado se ha cambiado del Partido Verde al PRI y del tricolor brincó a Morena y todo por su obsesión de ser candidato a alcalde de Cadereyta Jiménez.
No, no es que Cosme tenga “chincuales”, lo que pasa es que está emperrado en ser candidato a alcalde y como en el PRI primero le dijeron que sí y luego no lo vio claro, abrió los oídos al canto de las sirenas que le tiraron desde Morena.
Burda forma de prostitución, Leal acepta cambiar sus favores, colores y hasta de ideario político en aras de cumplir su capricho, parafraseando el dicho, “tanto pagas, tanto vales”.
De lo que Cosme Leal no se da cuenta es de que posiblemente tenga su candidatura, pero no tendrá ningún apoyo económico para su campaña, como tampoco contará con estructura ni voto duro, es decir, le toca arar en tierra nueva, con sus riesgos y con su propio dinero.
Hay que ser bastante “ingenuo” para creer que en nuestro tiempo una elección se puede ganar en base a las ideas y las propuestas, pero mucho más allá, ¿qué confianza puede dar un hombre que se comporta cual veleta al viento, sin convicciones firmes ni una posición sólida?
Y cuando pase la elección, cuando pierda estrepitosamente y haya dejado en el camino hasta la camisa, cuando esté sin amigos y la familia le reclame el haber dilapidado el dinero que pudo hacer en su tiempo como diputado, cuando se entere que ni sus parientes votaron por él y lo vean como un “apestado”, se dará cuenta de que su ambición fue su tumba.
Ni pitoniso, adivino u agorero, simplemente transcribo la mísera historia de quienes deciden un día convertirse en “chaqueteros”.