“Una voz fuerte no puede competir con una voz clara,
aunque ésta sea un simple murmullo”
Confucio
Eugenio Montiel ha tenido como única gracia el haber sido férreo opositor en el Cabildo de Monterrey de la exalcaldesa Margarita Arellanes; como diputado su labor no ha trascendido, porque el legislador es monotemático, no sabe hablar de otro tema que no sea Margarita Arellanes y cuando incursiona en otros campos es para fallar estrepitosamente.
Montiel soñó un día con ser el coordinador de los diputados del PRI, pero ni siquiera en el levantamiento en armas reciente que buscaba un golpe de estado para desbancar a Marco González, su fuerza le alcanzó; dicho con simpleza: mal y de malas.
Cuando la mayoría de las voces coinciden en señalar que la Ley Antitabaco no busca el beneficio de las personas sino que se ha convertido en una arma de chantaje para los inspectores de Salud, Montiel nos sale con la novedad de que buscará frenar la reforma que plantean los diputados al veto del Gobernador.
No se puede, y mucho menos se debe, gobernar y legislar bajo criterios personales. Quienes ocupan cargos en el Ejecutivo, pero sobre todo el Legislativo, no están ahí para imponer sus visiones personales de las cosas, sino para representar a los ciudadanos y Montiel se olvida de esto. Aún peor, al diputado priista lo mueve un interés personal.
Una de dos: o Eugenio Montiel le quiere cobrar venganza a su compañero de partido Héctor García o de plano ya recibió “línea” (que nunca ha sido gratuita) de Palacio de Gobierno para apoyar el mantener una ley absurda y retrógrada.
Porque podemos estar de acuerdo en una política de salud, pero jamás apoyaremos el que una ley se utilice como patente de corzo para que funcionarios corruptos se llenen los bolsillos de dinero.
Todo fue que los medios empezaran a presionar diciendo que Salud se estaba haciendo “de la vista gorda” en el tema, para que empezara la cacería y los inspectores tuviesen pretexto para endurecer las revisiones, mismas que “casualmente” eran precedidas de oportunísimas llamadas para alertar sobre la acción, aviso que todos sabemos, tampoco es gratuito.
En Salud saben cómo viene el tema en el Congreso y por ello hacen esfuerzos desesperados para mantener vigente la medida, no por interés en cuidar de los nuevoleoneses, sino para que siga el negocio. Están enterados de que les queda poco tiempo y por ello es que andan desatados buscando lo que alcancen a pellizcar.
Por eso extraña la postura de Eugenio Montiel, que públicamente se muestra como un legislador que habla de frente y con la verdad y aquí salta una interrogante más: ¿Es que acaso no son ciertas las dos premisas anteriores y lo que Eugenio busca es que los restauranteros, antreros y casineros le compren su voto?
Por donde quiera que se le vea, Montiel no puede, no debe, hablar a título personal, porque lo único que consigue es diezmar la ya de por sí deteriorada imagen de su partido, el mismo que apenas hace unas horas decían estaba más unidos que nunca.
Lo que Eugenio Montiel hace está más claro que el agua.