“Es más fácil hacer leyes que gobernar”
Leon Tolstoi
Al enterarme del caso no sé por qué recordé aquel viejo documental mexicano sobre el golpe de estado en Chile y es que resulta tan ilógico el proceder de la autoridad que no comprendes el fondo o motivación que la impulsa a pasar por encima de la ley.
Vaya usted a saber por qué, pero resulta que un día a Víctor Fuentes, el alcalde de San Nicolás, se le instaló en la cabeza la idea de que las casas de empeño eran malas y generalizando decretó que en todas se adquirían artículos robados.
Partiendo de la base de que su hipótesis fuese correcta y lejos de aprovechar a su favor la trampa natural que serían esos puntos para capturar ladrones, Fuentes se constituyó en rey y monarca y decretó, por sus pistolas, el cierre de esos lugares en su territorio.
Para lograr su cometido el edil y su escudero, Jesús Horacio González, argumentaron que esos negocios carecían de permiso de uso de suelo y así los clausuraron, a pesar de que algunos de ellos iniciaron operaciones antes de que el requisito fuese exigido y para ello contaban con un permiso de operación comercial.
Y a pesar de que el caso está perdido desde el inicio, Víctor se aferra y se enterca en pelear hasta la última instancia, aunque esto represente aumentar el daño al erario, sabedor de que quien tendrá que pagar las consecuencias de su tozudez será el municipio y no él. ¿Actuarían igual el alcalde y “el honesto Lacho” si la consecuencia de su empecinamiento tuviese que ser pagada con dinero de sus bolsillos?
¿Se ha reducido la incidencia de robos gracias a la medida del alcalde? No, porque de ser válida la premisa, lo único que hacen los ladrones es caminar un poco más y buscar otras casas de empeño en otro municipio, pero no son tontos y en términos reales menos del diez por ciento de los objetos robados se venden ahí y todo se malbarata en otros sitios en donde no hay registro ni rastro.
Víctor Fuentes va a perder y su secretario del Ayuntamiento quedará exhibido como alguien que no sabe de leyes, (pero que eso sí, quiere ser candidato a alcalde de donde sea, preferiblemente San Pedro), y los platos rotos -que no serán pocos- los liquidarán los nicolaítas y con todo y ello el munícipe buscará cubrirse de gloria declarando que hizo lo imposible por mantener cerrados esos lugares, pero los jueces corruptos lo obligan a abrir, cuando en realidad emprendió una batalla perdida desde el principio.
Y todo por actuar “contra la razón y por la fuerza”.