“Qué lindo es poder regresar el tiempo”.
Yomero
Ayer comentaba en Facebook, producto de una fotografía del hijo de un buen amigo, que de repente te empiezas a extrañar de la irrupción de tantos jóvenes que, según mis alegres cuentas, eran ayer apenas unos niños y resulta que ya están metidos de lleno en nuestra cotidianidad y decía que es cuando reparas en voltear a ver con ojos de realidad, y no como los recordabas de cuando los conociste, a los amigos y personas y te empieza a dar miedo el espejo porque no quieres reconocer que así como les ves, exactamente igual estás.
Apenas unas horas después la vida me dio la oportunidad de comprobarlo.
Hay momentos en la vida que uno debe atender misiones trascendentales, que nadie más puede hacer, que no se pueden delegar, como el ir a pagar a Telmex o Telcel. Y ahí me tienes haciendo fila y cuando terminaba de pagar el recibo en el cajero automático (estos ya empiezan a estar como los de la CFE que varios fallan al mismo tiempo), miré a unos metros la figura de un hombre que me hizo echar el tiempo atrás, más de 40 años: don Heriberto Romero.
Vecino del Contry, funcionario bancario, le conocí siendo un niño cuando era árbitro de futbol americano. Pocos años después tuve la oportunidad de tratarle más de cerca cuando me integré a la Asociación de Árbitros de Futbol Americano de Monterrey y tuve la oportunidad de conocer a grandes personajes como Óscar Altamirano, José Francisco Gómez, Enrique Gómez Junco, Eulalio Gutiérrez y muchos más.
Saludar a don Heriberto fue un motivo de gozo y reflexión, porque al verle, vestido igual que siempre con su impecable traje y corbata, le recordé en su escritorio de la sucursal del Banco de Nuevo León en Calzada y Emilio Carranza, en las juntas de los árbitros en la calle de Zaragoza y Tapia o en cualquier campo en donde tuve la dicha de pitar a su lado.
Y vinieron a mi memoria muchas personas y muchos sucesos. Recordé a Poncho Garza, al coach Polo Peña, a “mi tío” (dirían los jóvenes de hoy) Carlos de Zamacona Escandón, a Enrique Flores Peña, al señor Canino y también a Pedro Pablo Jasso, a los hermanos Juárez, a Gaona y tantos otros árbitros, directivos, coaches y jugadores de aquel tiempo.
Pasa el tiempo y empiezas a recordar y caigo en cuenta de que este mes, justo este mes, cumplo 40 años de haber iniciado una carrera que me ha dado enormes satisfacciones y ha sido mi forma de vida; hace 40 años me inicié en el periodismo en El Diario de Monterrey, pero de eso ya tendré oportunidad de hablar después.
Hoy al ver a don Heriberto creí necesario rendir homenaje a tantos hombres y mujeres, porque las madres de familia y las porristas también eran pieza fundamental del aquel engranaje, a quienes me inculcaron el amor y afición por el futbol americano, por quienes vivieron, sintieron, padecieron, las decisiones que en algún momento tomé como árbitro, mis aciertos y muchos errores, pero que hoy quiero decirles fueron siempre de buena fe.
¡Gracias don Heriberto, por permitirme volver el reloj atrás! ¡El verle ha sido un gusto!