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29/04/2016

Efecto

 

 “No es igual ser la máquina,
que ir en el cabús”
Yomero

Dados los antecedentes y circunstancias recientes, me inquieta la estrategia de seguridad que se pretende implementar en los penales de Nuevo León en relación con las extorsiones telefónicas que aseguran, salen en un buen número de nuestros centros penitenciarios.

Me preocupa enormemente la declaración del gobernador Jaime Rodríguez Calderón en el sentido de que piensan invertir recursos en inhibidores o bloqueadores de señal para teléfonos celulares, algo que se supone ya se debió de haber instalado hace muchos años y que nunca ha sido realizado.

El hecho me pone a pensar porque lejos de ir al fondo del problema, se ataca el efecto y no la causa. Tomando como base los sucesos recientes en los que murieron un montón de presos, ¿no sería lo ideal el empezar por el principio e impedir que los internos tengan estos teléfonos?

Cuando anunciaron los operativos al interior de los centros de readaptación y encontraron climas, pantallas, recámaras, lo menos que uno puede preguntarse es: ¿por dónde entraron? ¿quién los dejó pasar?

Se piensa invertir en tecnología para impedir que los celulares funcionen, pero todos sabemos que para todo veneno hay un antídoto y si colocan los bloqueadores los delincuentes encontrarán una forma de que dejen de funcionar o conseguirán aparatos que pasen por encima del bloqueo.

El asunto no sólo es impedir que se sigan realizando extorsiones desde las cárceles; el fondo es el control real y verdadero de los centros penitenciarios y que las normas y reglas se acaten como está establecido.

Meterle dinero a los inhibidores es cerrar los ojos a la realidad de la corrupción y la incompetencia absoluta para manejar y controlar un área cerrada, el lugar en donde más seguridad debe tener el Estado.

Pareciera que ocurrió hace mucho tiempo, pero la verdad es que ya pocos recuerdan la matanza del Topo Chico y tras la alharaca inicial, poco o nulo seguimiento se ha dado al asunto, de tal suerte que va cayendo en el olvido, pero la bomba de tiempo sigue ahí y en cualquier momento les puede volver a explotar.

Despresurizar las cárceles moviendo internos a otros centros penitenciarios del país es un Mejoralito para atender un cáncer; exactamente igual es la propuesta del inhibidores de celulares.

Si se requiere de más celadores, mejor capacitados y sobre todo con sueldos decorosos, que cumplan con su función, de nada servirá una nueva cárcel o todos sus aparatos, porque se seguirá permitiendo lo que no debe ser.

ftijerin@rtvnews.com