“La gente termina siempre por condenar a los que acusa”
Honoré de Balzac
En todos lados se cuecen habas.
Por igual, con partido y sin él, arriba o abajo en las preferencias, con coalición sin tener una, pareciera que todos están cortados con la misma tijera: la política en México la hace “el primo de un amigo”, seguramente aquel al que hacían referencia en un spot de TV de un mágico medicamento para incómodos males.
Abierta o discretamente, centran su estrategia en criticar a sus oponentes, al gobierno o la autoridad electoral. ¿Y las propuestas?
Se usan sin recato trascendidos, chismes y rumores, versiones, bulos y especies. Pedro dice que “le ofrecieron firmas” y pide que todo se verifique, ¿qué no es esa la chamba del INE? Por igual en San Pedro Garza García, Nuevo León, Miguel Treviño acusa sin pruebas y acude a presentar una solicitud para que se revisen todas las firmas, ¿Qué no lo hacen ya los árbitros de la contienda? ¿Para qué pedir lo obvio?
Ruido, lodo, basura, es la dinámica de las campañas, con escaso o nulo contenido en muchos casos.
Y siguiendo con Miguel Treviño, critica públicamente el método de elección del PAN para San Pedro. ¿Qué no renunció hace tiempo a ese partido? ¿Qué tiene ahora que andar opinando de la vida interna del blanquiazul? Por cierto, partido al que aún pertenece su padre y gracias al cual tuvo puestos relevantes en distintos gobiernos.
La política de hoy es de tira la piedra y esconde la mano. Y cuando vengan las reclamaciones empieza por decir que “yo nunca dije…” y santo remedio.
Deberíamos empezar por exigirles mayor seriedad en sus campañas y declaraciones, en su proceder y acciones. Quien acusa está obligado a probar, ¿dónde están las pruebas de Ferriz y Treviño?
Pero ellos son sólo ejemplos de un mal que nos invade y que se replica como virus en todo el sistema.
¡Ya dejen de untarse ungüentos y pónganse a trabajar en serio, por favor!
