“Las elecciones se ganan con tres cosas:
dinero, dinero y más dinero… y no siempre”
Yomero
Ganar una elección implica saber invertir adecuadamente una importante cantidad de dinero. Ojo, no es igual gastar que invertir y no necesariamente el que más gasta es el triunfador.
Se puede tener mucho dinero, pero si no inviertes difícilmente lograrás el triunfo y se puede gastar mucho, pero eso no significa que lograrás la victoria; aquí no opera aquello de “con dinero baila el perro”.
Si a muchos les espanta saber que en tan sólo en cinco años el costo de cada voto se disparó 300 por ciento, pasando de 112 en el 2016 a 446 pesos el pasado domingo, permítame decirle que esa cifra no representa ni por asomo el costo real, porque de siempre se ha dicho que una cosa es el dinero que se reporta a la autoridad electoral y otro el que realmente se maneja en los procesos.
La mayor parte de las veces el peor enemigo de un candidato es el propio candidato. En Coahuila desde hace años Armando Guadiana, próspero minero, sueña con ser gobernador de la entidad y con arraigo y militancia priista apoyó a Humberto Moreira, hasta que el profesor le negó la candidatura reservada para su hermano… entonces empezó el pleito.
El hombre de los bigotes renunció al PRI y se quiso disfrazar de independiente y buscó asesoría y apoyo de El Bronco en Nuevo León, pero el asunto no cuajó, había que meterle billetes para conseguir las firmas para el registro y a Guadiana no le gustó, por lo que se fue por la fácil y eligió irse por Morena en donde, con su dinero, no tuvo objeción alguna para convertirse en su abanderado (de nada que tenían a lograr alguna presencia…).
Pero la campaña para la gubernatura del oriundo de Múzquiz (no todo lo que sale de Múzquiz es bueno), careció de estrategia, de rumbo y definición, no tuvo un mensaje claro, porque Guadiana empecinado se centró en su pleito contra los Moreira y no en lo que el electorado quería escuchar. Foco y tono.
Con todo el dinero del mundo, el candidato carecía de facilidad de palabra, es un pésimo orador y peor en la improvisación, pero nadie en su entorno se atrevió a decírselo, su publicidad fue para llorar y la falta de resultados ante equipos de campaña mejor conformados resultó evidente y lo peor, contundente.
El pasado 9 de junio el sitio web “La Política Online” publicó: “Guadiana dice que AMLO casi no lo acompañó en campaña y lo culpa por la derrota en Coahuila”, dando una explicación de los motivos de la derrota del minero.
En su soberbia y tozudez el hombre rico metido a candidato terminó ayudando a sus enemigos y haciéndole el caldo gordo a los Moreira, sobre todo a Rubén y a Miguel Riquelme su opositor, pues ese 12 por ciento de votos que consiguió le hubieran venido bien a Guillermo Anaya del PAN.
De manera que la consigna aquella que reza que para ganar elecciones se requiere de “dinero, dinero y más dinero” no siempre funciona, porque si el candidato se cree “la última gota de agua del desierto”, el asunto no jala.