“Hay gente que cree que todo cuanto se hace poniendo cara seria es razonable”
Georg Christoph Lichtenberg
¿Cómo justificar el gasto de 1.2 millones de pesos en dulces del Congreso del Estado?
¿Cómo explicar que cada legislador tendrá a su disposición mil 500 bolsitas de dulces y 15 mil pesos en tarjetas de regalo para repartirlas como “ayuda para fiestas navideñas”?
Desconozco el monto con el que vengan marcadas la tarjetas de Soriana, pero me parece que meterse esa lana en repartir 63 mil bolsitas de dulces es un despropósito, porque de poco ayudan, de nada sirven, no abonan ni resuelven.
Son los mismos diputados que se rasgan las vestiduras cada que pueden y critican la entrega de apoyos de quien sea, pero no la ven igual cuando son ellos los que la reparten.
Porque no nos hagamos tarugos, eso no es “ayuda social”, eso es puro y vil clientelismo político electoral, es repartir dulces de cara a las elecciones del próximo año.
No es labor del legislativo el repartir apoyos o el hacer gestorías, su trabajo es otro y en ese poco cumplen.
Si hay gente haciendo fila para pedirles ayudas es porque las siguen dando, si las eternas lideresas siguen ahí en sus oficinas es por su culpa, porque son las mismas que desfilan en dependencias estatales y municipios, son las que se quedan con todo y reparten una ínfima parte… y ustedes los diputados lo saben y lo permiten, lo avalan y lo impulsan.
¿Se quejan de que la gente no sabe cuál es su función? ¡Es por su culpa!
Triste y patético el papel de Eugenio Montiel justificando lo indefendible, tratando de explicar lo que no hay forma ni manera, eso se llama aquí y en China distracción de recursos en beneficio de un particular, un particular que no es otro que el propio diputado que se adorna con el sombrero ajeno que pagamos los ciudadanos de Nuevo León. Si usted diputado, de su bolsa y recursos, quiere regalan dulces, piñatas, confeti y serpentinas, es su problema, pero no nos venga con un cuento cuando se gasta nuestro dinero.
Quieren seriedad, pero se comportan muy diferente.
¿Hasta cuándo vamos a permitirles que hagan lo mismo?