“La democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que la conduce a la aristocracia,
y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo”
Montesquieu
Voy de acuerdo en brindar a las mujeres las mismas oportunidades que a los hombres, creo sinceramente que durante largos años la política fue un “Club de Tobi” al que muy pocas féminas tuvieron acceso y después de una lucha a brazo partido.
Sin embargo me parece que el obligar por decreto que los puestos públicos sean repartidos a la mitad en función del sexo es una absoluta aberración.
Por principio en el caso de las alcaldías quedará disparejo, porque contamos con 51 municipios, de manera que para uno u otro lado habrá una mayoría; no se puede partir a la mitad lo que de entrada en non.
Pero mucho más grave aún resulta el hecho de que en aras de la paridad se prive a la ciudadanía de contar con los mejores aspirantes a los cargos públicos, sean de cualquier sexo, sólo por el hecho de que “aquí todo es a la mitad”.
¿Qué no se supone que la Comisión Estatal Electoral está para velar por nuestros derechos, mejorando las prácticas democráticas y de gobierno? Forzosamente se dará el caso de que un hombre de grandes capacidades no podrá ser candidato porque en su municipio tocó que la candidatura fuese para una mujer o viceversa.
Tiene razón Mauricio Fernández cuando califica el tema como “una perfecta imbecilidad y estupidez” y como de costumbre y para no variar, yerra el señor ese encargado de la CEE (perdón, me niego a llamarlo presidente) al descalificar la opinión del edil.
Debemos pugnar porque nos gobiernen los mejores, sin cuotas de género.
Que por favor alguien le explique a Mario Alberto Garza que es importante la paridad, pero no es lo único y que en todo caso, si busca lo verdaderamente importante, debe anteponer a cualquier razón el que lleguen a gobernarnos los mejores ciudadanos.