“Debemos desconfiar unos de otros. Es nuestra única defensa contra la traición”
Tennessee Williams
Desde hace muchos años, muchos, he pensado que la misión de muchas organizaciones civiles, organizaciones no gubernamentales y organismos de la iniciativa privado se ha desvirtuado, alejándose por completo de los fines para los que fueron creadas.
Y entonces terminan siendo un “Club de Amigos” en donde sólo unos cuantos se pasan la pelota, en los que lo que menos importa es la opinión de los agremiados a los que nunca se les consulta pero públicamente se fijan posicionamientos en su nombre, en donde las dirigencias sirven como trampolín para buscar cargos públicos (en el mejor de los casos), o descaradamente como instrumento de presión para conseguir prebendas, beneficios, negocios o favores.
Y uno entonces pensaría que la Canaco se limitaría al comercio y sus temas inherentes y la Coparmex a los patrones, las empresas, los sindicatos y demás, pero no, hablan de todos los temas, del gobierno en su conjunto y se dedican a hacer política desde una cómoda posición. ¿Quiénes son, cuántos, en dónde están, cuándo se reúnen, los integrantes del Ccinlac, Vertebra o la Federación de Colonias? ¿Quién elige a sus dirigentes? ¿Cómo es que pueden opinar de tantos temas tan frecuentemente sin consultar a sus agremiados?
Lo grave es que se convierten en referentes de una prensa comodina que no busca otras voces y se conforma con aceptar la “representación” de un simple membrete; los buscan porque saben perfectamente que darán nota, que criticarán las cosas, que harán escándalo.
Las dirigencias, muchas veces honorarias y otras no tanto, son ocupadas por personas ávidas de reflectores que, a sabiendas que el simple nombre de la organización les abre la puerta a los medios, buscan ocupar el cargo no para impulsar a la organización o sus fines, sino para verse un día sí y otro también en los medios, hablando hasta de la composición química del suelo lunar.
Y son los dueños absolutos de la verdad y la representación ciudadana es de ellos, de nadie más y si no son ellos quienes la ostentan entonces no tiene validez, es espuria, porque sólo ellos son independientes y, además, sólo ellos son capaces, inteligentes y honestos. Ataviados con capas de superhéroes sólo ellos pueden discernir lo que nos conviene o no.
No dudo, pero sí dudo, ¿bajo qué argumento técnico y científico puede la mujer que encabeza esa cosa que se llama “Únete Pueblo” ser capaz de hablar sobre movilidad urbana, rutas de transporte y también de pedreras y contaminación?
Cuando los veo no les noto mucha diferencia a “Doña Chonita”, aquella lideresa imaginaria de la que hablaban los reporteros de gobierno hace años para referirse a cualquier vieja que abusando del pueblo les robaba por terrenos, paquetes de materiales o cualquier gestoría. Son casi iguales que “Chonita”, con la diferencia de que se visten mejor, tienen oficinas y son mejores actores que la vieja lideresa.
Tienen una asombrosa capacidad para inventar organizaciones y cuando estas no funcionan, reculan y vuelven a los orígenes, buscan otra vez ocupar puestos antiguos, se inventan cargos o dan golpes de estado para volver al poder.
No necesito dar nombres. Usted, yo y todos les conocemos y están ahí simplemente porque se los permitimos, porque a final de cuentas no son más que un membrete.