“Si el tiempo es lo más caro, la pérdida
de tiempo es el mayor de los derroches”
Benjamin Franklin
Como si nada hubiese ocurrido, como si lo que sucedió el 7 de junio del año pasado fuese algo menor los líderes del PRI en Nuevo León tardaron nada más once meses en reaccionar y darse cuenta de que muchos traidores estuvieron adentro de su estructura.
No se puede interpretar de otra manera la errónea, fatídica y muy desafortunada declaración del dirigente estatal tricolor, Cesar Cavazos, quien con bombo y platillo y tal si hubiera hecho el mayor descubrimiento del mundo, salió a decir que van a iniciar una auditoría interna para revisar su estructura para indagar quiénes les dieron la espalda.
¿César Cavazos es o se hace? Eso lo saben muy bien desde el 8 de junio y lo ratificaron unos días después cuando tuvieron las actas en su poder, tienen plena conciencia de quiénes fueron los traidores, en dónde y cómo operaron, de quién recibieron dinero y por cuánto se vendieron.
Venir ahora a pegarle al Elliot Ness suena a pantomima barata, pero no sólo eso, suena a un exceso de ingenuidad, porque piensa que los demás somos tontos y nos tragamos su cuento y tira un petardo al aire tratando de distraer la atención en un fallido acto de mea culpa, porque ni siquiera es capaz de decir quiénes son y donde estrán, cubriéndose con una mentira adicional: no tenemos un tiempo definido para esta auditoría, lo cual traducido al cristiano significa que nunca habrá resultados.
Si es así como el PRI piensa reponerse de la derrota, si es buscando culpables, están fritos. Sí, hubo traidores al interior que operaron en su contra, pero el pecado capital lo tuvieron en el ejercicio de la función pública en donde le fallaron a los ciudadanos, en donde dejaron malos resultados y fue por ello que los echaron fuera. No entenderlo es cerrar los ojos.
El trabajo debe centrarse en recuperar la confianza de los electores y no será, lo juro, expulsando priistas como lo conseguirán.
Fallaron antes y once meses después siguen fallando.
