“¿Por qué ha sido instituido el gobierno? Porque las
pasiones de los hombres no se ajustan a los dictados
de la razón y la justicia sin una fuerza coercitiva”
Alexander Hamilton
Imagine la escena: madrugada del domingo, el reloj marca casi las 4:00 y de pronto tocan a su puerta con fuerza e insistencia. La reacción natural es de miedo y sobresalto, te asomas por la ventana y ves a un vecino, por fin corres cerraduras y abres la puerta. Sin más, te suelta de sopetón:
“Oiga, necesitamos que venga aquí a dos cuadras a decirle al borracho de mi vecino que ya le baje al karaoke”.
Te sorprendes un poco y recuerdas que acabas de tomar un curso para ser “mediador ciudadano”, además de que cuentas con un nombramiento honorífico del municipio de Guadalupe. Nadie te dice que el vecino ruidoso tiene antecedentes penales, es malandro y tiene en su casa a toda su banda porque están festejando… el final ya lo puede anticipar.
No comprendo la moda de los gobiernos de ciudadanizar la administración pública, porque una cosa es la participación y otra, muy distinta, el descargar las responsabilidades en simples ciudadanos.
El programa de Mediadores Ciudadanos que ayer anunció Paco Cienfuegos es una absoluta, total y tremenda aberración, porque no solo se desentiende de una función de gobierno, sino que pone en inminente riesgo a los mediadores que de entrada actuarán en las 50 colonias con mayores índices delictivos.
La lógica indica que debería ser al revés.
Ir a apaciguar ruidosos, calmar broncudos, aplacar borrachos, mover vehículos mal estacionados, es tarea del Municipio, no de simples mediadores cuyo único poder y autoridad es un curso y un nombramiento de papel y que con dificultad pueden convencer a su mujer o sus hijos de algo.
Si el asunto se limitase a esa maldita costumbre que tiene Paco Cienfuegos de actuar más en la percepción que en la realidad, es decir “en hacer como que hace sin hacer nada”, no tendría mayor problema porque es lo habitual, pero el punto aquí es que está mandando al cadalso a inocentes bien intencionados que creen que el nombramiento les quitará de encima una golpiza en el mejor de los casos o que servirá de chaleco antibalas en uno peor.
Y todo por, intentando aparentar una inexistente apertura (¿cómo no abre las licitaciones o lo que paga para promocionar a su secretario de obras y servicios?), pretende desentenderse de su responsabilidad.
Sería ideal el definir, de una vez por todas, los alcances de la participación ciudadana, porque así como están las cosas se presta para muchas tonterías.