“Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas”
Tácito
De una cosa estoy seguro: mil veces más pendejo que el estudiante de la UANL que le hizo una pregunta “incómoda” a Pedrito Ferriz de Con, es el mismo Pedrito, por dejar ver su intolerancia, piel sensible, falta de criterio y de educación al expresarse así en un recinto universitario.
Le llamo Pedrito por su nivel y estatura, por su calidad moral, por su falta de valores y por sus complejos de inferioridad y de persecución que no le dejan vivir. Le llamo Pedrito porque Pedro Ferriz sólo hay uno, don Pedro Ferriz Santa Cruz que ya está muerto, pero que de seguir vivo seguro se moriría ante las tonterías de su hijito.
Pedrito ayer reaccionó a una pregunta bien planteada por un alumno de la Universidad, sobre un concepto moral y ético de la fidelidad, llamándole “pendejo”. No es la primera vez que lo hace, hace algunos años le dijo igual a un reportero en Saltillo, por tanto lo de Pedrito no es casual, es una constante.
No conforme con el epíteto que le endilgó al estudiante, Pedrito llamó a su esposa en varias ocasiones “mi vieja”, en una expresión machista y despectiva que denota la visión que tiene sobre su compañera de vida, a la misma que el propio Pedrito aceptó, tuvo que darle explicaciones sobre un escándalo que le terminó costando la chamba.
Pedrito empleó el término “pendejo” con toda la premeditación y alevosía del mundo. Sabía perfectamente que lo grababan, sabía que estaba en Monterrey y que su intervención se convertiría viral en las redes sociales.
Pedrito, aspirante a una candidatura presidencial “independiente” quiso emular a su ídolo “El Bronco”, pero ni para eso es bueno, por “El Bronco” candidato sabía bien cuándo y dónde decir palabrotas, aunque ya como gobernador se le salgan a cada rato.
Pedrito no se hace respetar porque no se respeta a si mismo, porque su “delicadeza” y piel sensible de ayer lo desnudaron, porque carga traumas del pasado que no puede dejar atrás, porque en su delirio cree que todo el mundo lo persigue y ante la sola palabra de “fidelidad” perdió la compostura y los estribos.
“Segundas partes nunca fueron buenas”, dice el refrán y Pedrito vino a confirmar la regla, porque no le llega a los talones a su padre, un verdadero señor del micrófono y porque como candidato ni siquiera sabe arremedar al Bronco.
Visto está, el pendejo es otro.