“Un Estado donde queden impunes la insolencia y la
libertad de hacerlo todo, termina por hundirse en el abismo”
Sófocles
Las comparaciones son odiosas, pero muchas veces necesarias.
Cuando ves en Netflix la serie “Dirty Money” que destapa escándalos de corrupción del mundo empresarial y, sobre todo, la manera en que esos abusos fueron castigados por los gobiernos de distintos países, no te queda más que voltear la mirada y tratar de equipararlo con lo que ocurre en México.
En una nota periodística el reportero Luis Beza, de Televisa Monterrey, denuncia el grave problema en el que viven muchos vecinos de la colonia Portal del Parque, en García, N.L., a quienes sus casas literalmente se les están cayendo a pedazos sin motivo aparente.
Los afectados aseguran que desde que adquirieron sus viviendas hace tres años, casi todas con préstamos del Infonavit, han visto como día a día aparecen cuarteaduras en las paredes y filtraciones de agua y a pesar de que han pedido explicaciones a la constructora Interra, que fue quien les vendió, la única respuesta que han recibido es que si así lo desean salgan de sus propiedades ante el inminente riesgo de que en cualquier momento se vengan abajo.
Lo grave, lo preocupante, lo encanijante del asunto, es que a pesar de que han acudido al Infonavit y a la Profeco, no les han hecho caso para orientarlos y apoyarlos en un asunto que no requiere de mayores explicaciones o pruebas, casas de menos de tres años de construidas sufren de enormes cuarteaduras en sus paredes y es claro que de un momento a otro van a colapsar.
¿Qué hay que hace en este país para que las cosas funcionen? ¿Acaso será necesario esperar una tragedia con familias muertas de por medio para que la autoridad haga su trabajo?
Ejemplar el caso de “Dirty Money” sobre la crisis de Volkswagen en Estados Unidos y las sanciones que le fueron impuestas por mentir sobre un dispositivo para manipular el control de emisiones en sus versiones de autos diesel; igual las pruebas sobre otros modelos en Europa. Allá el Estado funcionó y protegió a los inocentes, como en los casos de los agiotistas que con engaños defraudaron a simples trabajadores con préstamos “económicos” en los que nunca les informaron que no estaban aportando al capital.
Pero allá es allá y en México las cosas funcionan de manera distinta, aquí no pasa nada.
La tragedia de los vecinos de Portal del Parque es la misma que se vive en decenas de lugares de nuestro país en donde constructores sin escrúpulos edifican con materiales de ínfima calidad sin que nadie detenga su voracidad.
Lo más grave es que esas casas son adquiridas por los más pobres que con enormes sacrificios han un gran esfuerzo por adquirir un patrimonio y son defraudados.
Ya no porque se trate de un asunto de su competencia legal, sino por mera humanidad, aquí David Penchyna y Rogelio Cerda deberían mandar checar el asunto, pero también deberían hacerlo Manuel González (gobernador interino de Nuevo León), Adalberto Núñez, encargado de Vivienda en el estado y el alcalde César Valdés, porque alguien, quien sea, debe defender a esas familias de lo que evidentemente es un fraude.
