“Nada debe turbar la ecuanimidad del ánimo; hasta nuestra pasión,
hasta nuestros arrebatos deben ser medidos y ponderados”
Francisco Ayala
Puedo entender que lo ocurrido el viernes despierte la pasión y exacerbe los ánimos; soy capaz de comprender la frustración de tener algo y de pronto, en instantes, verle perdido, pero no puedo comprender y mucho menos justificar la beligerante actitud de un Senador de la República e integrante de la dirigencia real de Acción Nacional, me refiero a Raúl Gracia.
Gracia era y es el más molesto de todos, más, mucho más que los propios Felipe de Jesús Cantú o Pedro Garza Treviño, y que el dirigente estatal Mauro Guerra.
Quien ha polarizado las cosas y se ha dedicado a echarle gasolina a la lumbre a sido Raúl Gracia y si labor inició desde unos días antes de que se diese a conocer el resultado de la elección por parte del Tribunal Estatal Electoral, cuando abiertamente amenazó a los Magistrados con interponer procesos hasta penales en su contra si el fallo no le favorecía a su partido.
El viernes luego del fallo y cuando algunos dirigentes del PRI salían, Gracia los encaró y comenzó a gritarles “ladrones”. Al darse cuenta de que el insulto no funcionaba, cual provocador profesional, pasó al amago de la agresión física, esperando recibir el primer golpe para cual Neymar tirarse el clavado al piso, pero tampoco le jaló.
Ayer domingo reapareció en una de las protestas de Felipe de Jesús Cantú, ahora con unas calcomanías negras con la imagen de un puño cerrado hacia el frente, como quien lanza un golpe, en donde se leen dos hashtags, el primero “#Respetamivoto” y el segundo “#NomasPRI”.
Hoy a la inmensa mayoría de los regiomontanos nos invade el desazón y la tristeza, porque suceda lo que suceda, nunca nadie podrá decirnos la verdad de lo que ocurrió el 1 de julio y a estas alturas ya lo que queremos es que se terminen los pleitos, darle vuelta a la página y dejar de ver las patéticas imágenes de un canibalismo político, de unos sujetos que creen que la democracia sólo es y se cumple cuando ellos ganan.
Algún motivo muy grande e importante debe tener Raúl Gracia para llegar al punto de perder los papeles y para exhibirse con ese nivel de vehemencia que deja de ser normal para despertar sospechas y para, alimentar una campaña de odio y violencia que de ninguna manera será la que le devuelva a su partido los triunfos que alegan y que nos provocará un irreparable daño como sociedad.
Una vergüenza que un abogado pretenda conseguir a la fuerza y con violencia lo que se debe dirimir en los tribunales que para eso existen, pero con pruebas y alegatos, con procedimientos y testigos, no con bravatas y amenazas ni con declaraciones intimidatorias.
¿Qué es lo que mueve al belicoso?